Sin una reflexión colectiva de expertos en derecho, surgida del ansia de venganza de López Obrador contra la Suprema Corte, que ha puesto límite a su autoritarismo y su desprecio por los límites de la ley, la propuesta de reforma al Poder Judicial es un peligroso adefesio
Al concretarse la inminente quiebra, en la etapa final de la agonía de AHMSA, obreros, empleados y proveedores resultarán los principales perjudicados. Verán canceladas las esperanzas de cumplimiento de sus derechos y evaporados los pagos que en justicia les corresponderían.
Tras la sorpresiva carga fiscal que el SAT emitió cuando la propia SHCP había cerrado un acuerdo para sacar a AHMSA del paro, los inversionistas asiáticos marcaron adiós definitivo. Los nuevos dueños, Argentem, fracasaron en acercar otro capital, por lo cual decidieron brincar deudas y pasivos laborales a través de la quiebra e intentar recuperar los equipos aún útiles en barata.
El miedo, no reconocimiento a sus atributos, ha sido el soporte principal de López Obrador para imponer el retroceso de México a etapas políticas que se pensaban superadas. Lo ha infundido -y pretende seguir imponiéndolo- con un uso faccioso del poder, por sobre la razón y las leyes. Superarlo representa un desafío central para Claudia Sheinbaum
La continuidad que llaman “segundo piso de la transformación” nada indica en términos de un cambio en la política de abrazos para reemplazar la obligación de combatir a la delincuencia, materia en que los hechos abominables ocurridos en León, Guanajuato, volvieron a desenmascarar la connivencia de las policías con las bandas.