Cuando estamos frente a un Donald Trump que inicia su segundo período sin las cortapisas que significaban sus necesidades electorales, y que ha anticipado extremar presiones para someter a México, nuestro país se encuentra en una situación de extrema debilidad interna y externa.
Prometió gobernar para todos los mexicanos y lo hace solo para quienes le otorgan una popularidad vacía, en mayoría atrapados por las dádivas, en tanto ignora y cierra oídos a una oposición crítica y sin liderazgo, en la que milita la casi totalidad de la inteligencia nacional.
México se inventa cada seis años y el colmo se vivió en el pasado período, cuando las “puntadas”, ideas personales sin reflexión ni análisis serio, se impusieron a toda planeación técnica rigurosa.
Atrapados en esos contrasentidos, que harían necesaria una especialidad de psiquiatría política, a los mexicanos nos esperan dentro y fuera cuatro años de agresión y sumisión.
Prácticamente con todo el poder, sin necesidad Claudia Sheinbaum se enfrasca a diario en polémicas estériles de nivel ramplón y ha soslayado la gran oportunidad de erigirse en estadista líder y concitar la unidad nacional que requiere la construcción de soluciones.