La confusión que hemos vivido durante la última semana es generalizada y extrema; parece increíble el que una persona pueda, por su propia voluntad, revolucionar así, el mundo en que vivimos.
De parte de la ciudadanía hay una de dos sopas: ser acarreado por convencimiento o coacción, o estar convencido de la necesidad de participar, informarse por motu proprio y acudir a votar contra cualquier obstáculo que se pueda imponer.
Si se logra superar este 2 de abril y el “deal” se mantiene hasta mayo, el mes no el narco, todos más tranquilos podremos sacrificar algunas cabezas en tributo a Trump.
Las imágenes del campo de entrenamiento y exterminio en Jalisco refuerzan la necesidad de, ante una coyuntura llena de retos, cambiar el modo Lopezobradorista de polarización, desdeño y corrupción, por el consenso, la consideración y el autocontrol en la construcción de un México próspero y seguro para todos.
Con su enorme legitimidad, la gran oportunidad de sentar las bases de la madurez política de México. Dejando a la posteridad un sistema menos adolescente, más capaz del diálogo y el consenso, dentro la diversidad y oposición a la ideología oficialista.