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Domingo 24 de Noviembre del 2024 05:46 hrs

Urge UNAM a tomar acciones ante crisis de sustentabilidad

Urge UNAM a tomar acciones ante crisis de sustentabilidad

En los últimos 50 años la población se duplicó, pero la extracción de recursos y de energía se triplicó, y una evidencia es cómo se agudizó la crisis hídrica en México

Ciudad de México.- El planeta enfrenta diversas crisis -energéticas, ambientales, económicas y sociales- derivadas de los modelos de desarrollo, basados en la extracción intensiva de recursos, la degradación de los sistemas biofísicos y su distribución desigual entre la humanidad, afirmó la académica de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Julia Carabias Lillo.

“Si estas crisis las hemos generado los humanos, también está en nuestras manos resolverlas”, añadió la doctora honoris causa por esta casa de estudios al participar en el Foro 20.20 “Diseñando el futuro”, enfocado a la Sustentabilidad, el cual fue organizado por Fundación UNAM.

La experta universitaria dijo que en los últimos 50 años la población se duplicó, pero la extracción de recursos y de energía se triplicó; el comercio se incrementó por 10 y la economía global creció cinco veces. Sin embargo, casi la mitad de la población vive en pobreza, 700 millones de personas padecen hambre, tres mil 200 millones están afectados por la degradación de la tierra y cada año se registran nueve millones de muertes prematuras a causa de la contaminación.

Las crisis ambientales implican un estado de riesgo de las condiciones estables de los sistemas biofísicos planetarios que dieron origen a la vida tal y como la conocemos hoy, y cuyas causas son de origen antropogénico, agregó en el Foro presidido por Dionisio Meade y García de León, presidente del Consejo Directivo de Fundación UNAM.

Entre las causas -enumeró la ganadora de la Medalla Belisario Domínguez- están: deforestación, contaminación, sobreexplotación, cambio climático, producción de alimentos, tráfico de especies, descargas urbanas, desechos sólidos, transporte y electricidad, así como el desarrollo urbano y la infraestructura.

En el auditorio Maestro Jesús Silva Herzog, del posgrado de Economía, indicó que para cambiar estas condiciones se requiere poner énfasis en el manejo sustentable de la biodiversidad, establecer nuevas estrategias alimentarias y energéticas, además de realizar una planeación adecuada para lograr ciudades sustentables.

En el caso del manejo sustentable de la biodiversidad, implicaría impulsar la deforestación cero, fortalecer el sistema de áreas protegidas, establecer cadenas de mercado diferentes para productos verdes, proporcionar opciones de empleo para quienes carecen de tierra; fomentar el manejo forestal sustentable, de vida silvestre y ecoturismo, entre otras.

“Se ha cuantificado que si logramos al menos mantener el 37 por ciento de ecosistemas marinos y 30 por ciento de superficie terrestre lograríamos esos equilibrios”, aseguró.

La nueva estrategia alimentaria debería reducir el desperdicio, fomentar prácticas agrícolas sostenibles, regular y controlar la agroindustria, ordenar la pesquería, disminuir el consumo de cárnicos y lácteos, señaló Carabias Lillo.

FUENTES CONTAMINANTES
Al hacer uso de la palabra, Meade y García de León señaló que la pandemia por la COVID-19 dejó múltiples lecciones, y a la luz de esta nueva realidad es necesario discutir cuál debe ser la estrategia de las políticas públicas para diseñar el futuro.

En ese sentido, afirmó, las estrategias de sustentabilidad no pueden ser consideradas como complementarias, sino parte fundamental de la visión para enfrentar el futuro. Durante el confinamiento, en diversas partes fueron vistas diferentes especies deambulando por las calles, en ciudades, como si reclamaran un trato distinto y nuevas formas de relacionarnos con ellos.

En su oportunidad, el investigador del Centro de Geociencias, Luca Ferrari, expuso que también se rebasaron los límites planetarios en cuanto a los recursos energéticos y en solamente 60 años se ha más que duplicado nuestra huella ecológica, por el uso desmedido de la energía.

Si bien el descubrimiento de los combustibles fósiles -a base de carbón, petróleo y gas- han permitido, en los últimos dos siglos, crecer 18 veces la cantidad de energía y expandir las actividades humanas, esto ha generado consecuencias ecológicas y ambientales negativas.

“Tenemos que tomar en cuenta que esta civilización industrial -donde una parte de la población vive con agua, electricidad, internet, gasolina, comida disponible todo el tiempo-, se ha construido sobre estas fuentes contaminantes”, abundó.

Al presentar su ponencia “Crisis energética, ecológica y social: tiempo de repensar el concepto de desarrollo sostenible”, aseveró que 80 por ciento de la energía que se consume en el planeta es de combustibles fósiles.

Aunado a lo anterior, cada vez son más caras debido a la dificultad para conseguirlas. Por ejemplo, de 2005 a 2010 se llegó al máximo de la producción de petróleo convencional y empezó a extraerse petróleo y gas no convencionales, a través del fracking. “Son recursos de muy baja calidad, que requiere muchísima energía y tienen un impacto ambiental muy grande”, destacó en el Foro moderado por la coordinadora del Consejo Académico del Área de las Ciencias Sociales, Leticia Cano Soriano.

La crisis energética, añadió el experto, se vincula a la social y una muestra de ello es que 10 por ciento de la población más rica del mundo es responsable de casi 50 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, e históricamente los 23 países más ricos han emitido lo mismo que los 150 restantes.

Esta desigualdad también se reproduce al interior de las naciones. En México, por ejemplo, el decil más rico de la población emite siete veces más emisiones que los deciles más pobres.

El experto comentó que hay estudios que alertan sobre amenazas a la biodiversidad si se impulsa la minería con el fin de generar materiales para las energías renovables.

Un futuro sustentable –prosiguió– necesita tomar en cuenta los límites biofísicos del planeta, disminuir el sobreconsumo de energía, principalmente de los países y sectores más ricos, consumir lo que se produce localmente, fomentar la agricultura no dependiente de los combustibles fósiles, crear mayores bienes duraderos y que se estos se puedan reciclar.

En tanto, Diego Rafael Pérez Salicrup, director del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, presentó la conferencia “El manejo adecuado de los socio-ecosistemas como una condición ineludible para la sustentabilidad”, en la cual explicó parte de sus estudios de la ecología del fuego, relacionados con la migración de las mariposas monarcas, desde Estados Unidos y Canadá hacia bosques de la parte central de nuestro país, de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca.

Este espacio abarca 56 mil 259 hectáreas, de las cuales 600 están en manos del gobierno federal, y el resto de comunidades rurales e indígenas. Es hogar de más de 27 mil personas de 63 localidades, en las cuales, históricamente, ha habido incendios de baja intensidad.

Con esos grupos, precisó, se elaboró un plan participativo de manejo de la Reserva que incluye el conocimiento que estos tienen sobre el uso del fuego para fines agrícolas, ganaderos, de aprovechamiento forestal y para el mantenimiento de caminos y canales. Además, se realizaron análisis que muestran que estos bosques de oyameles, pinos y encinos se regeneran por el régimen de incendios de la zona.

Aunque no está resuelto el tema de las conflagraciones en el sitio, enfatizó Pérez Salicrup, el motivo de preocupación más importante es la expansión de huertos de aguacate -con alto valor económico- para lo cual se incendian áreas, pero también se emplean insecticidas. “Esta es una Reserva que se creó para mantener el flujo migratorio de un insecto”, remarcó.

NECESARIO ABORDAR ABASTO DE AGUA
Las principales problemáticas asociadas al uso del agua potable son contaminación, desigualdad en su distribución, falta de ordenamiento y sobreexplotación. Sin duda el norte del país es una de las regiones más afectadas, como ocurrió en Monterrey, consideraron las expertas del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, Véronique Sophie Ávila Foucat, Argelia Salinas Ontiveros y Jimena Navarro Guevara.

Al participar en la mesa redonda “Escasez de agua en México: análisis y propuestas ante la crisis hídrica y la inequidad”, organizada por esa entidad académica, las universitarias enfatizaron que la inversión pública en la conservación del recurso hídrico, en general, no representa el equivalente a la remediación o a los recursos requeridos para continuar gozando de este; hay un déficit de inversión pública en este rubro.

Argelia Salinas señaló que la crisis hídrica es un problema que se ha agudizado en el país y, junto con el cambio climático, profundizó los inconvenientes de la agricultura a nivel mundial, en particular la seguridad alimentaria en naciones de menor desarrollo, como es el caso de la nuestra, donde productores de granos básicos como el maíz, son altamente vulnerables a las variaciones en el clima planetario.

El incremento en la temperatura global, argumentó, no permitirá que se cuente con alimentos; “el problema es qué comeremos en el mediano y largo plazos, porque todo lo que consumimos lo obtenemos a partir del agua y de los suelos”.

Aseveró que la erosión afecta al territorio en general, razón por la cual urge una política enfocada a la solución de estos problemas que son determinantes en la producción y abasto de comestibles. A pesar de que somos un país con enorme diversidad, tenemos esta dificultad relacionada con el suministro de alimentos y, sobre todo, con el recurso hídrico que es básico para producirlos.

Salinas Ontiveros mencionó que las crisis económica y sanitaria denotan importantes aumentos en los niveles de pobreza y pobreza extrema; el exiguo acceso a la atención de la salud está relacionada con la alimentación y a la equidad de los servicios hídricos; sin embargo, la carencia alimentaria también aumentó en este mismo periodo con el alza de precios de los principales productos de la canasta básica.

BAJA RECAUDACIÓN
De acuerdo con Véronique Sophie Ávila, la disponibilidad de agua dulce en México es de 451 mil millones de metros cúbicos; su mayor uso está en el sector agropecuario, aunque el empleo público urbano también es importante. No obstante, existe una deficiencia considerable en cuanto al número de plantas de tratamiento de aguas residuales.

La recaudación por regiones hidrológicas administrativas indica, sin duda, que gran parte es subsidiada y no representa el costo real de la conservación del recurso o la remediación de lo que implican las descargas de cada una de las actividades económicas que requieren el uso hídrico para disponer de este recurso; es decir, existe un déficit de inversión pública en la materia, coincidió la experta.

Además, Ángel Merlo y Pierre Mokondoko Delgadillo, colaboradores de la investigadora del IIEc, presentaron algunos resultados del proyecto internacional financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Agencia Francesa de Investigación, el cual tuvo diversos puntos de estudio en México, en particular en la cuenca Copalita, en Huatulco, Oaxaca; Francia y Colombia.

Ambos investigadores expusieron que Copalita, a pesar de contar con alta disponibilidad hídrica, registra consumo diferenciado en algunas zonas, falta de infraestructura, huracanes y terremotos que impactan la región, lo que vislumbra una tendencia hacia menor disponibilidad de agua a futuro.

Estimaron que en los últimos 30 años los cambios en las precipitaciones y temperaturas registrados afectan la provisión de servicios ecosistémicos en ese sitio, y la producción de café. De acuerdo con el análisis, para 2039 se esperaría incremento de temperatura de hasta tres grados centígrados y reducción de hasta 20 por ciento (600 mililitros) en las precipitaciones. Además de una disminución de agua superficial de 9 y hasta 24 por ciento, así como una baja de 20 por ciento en la capacidad de la vegetación para retener sedimentos.

GARANTIZAR ACCESO EQUITATIVO
En tanto, Jimena Navarro Guevara refirió que México exporta productos cuya elaboración requiere exceso de uso de agua, como refrescos y cervezas. Por ejemplo, en el caso de Monterrey, Nuevo León, se elaboran, en particular, en un territorio árido donde la población requiere del recurso hídrico.

La especialista recordó que es la segunda metrópoli más importante en términos económicos del país; Nuevo León aportó 7.8 por ciento del producto interno bruto nacional en 2021. Entonces es un estado relevante en términos de su producción industrial, pues alberga diversas empresas nacionales y trasnacionales.







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