‘Truena’ obesidad básculas de los coahuilenses
- Por: Redacción --
- 07/05/2022 @ 12:05 --
- Especiales
Advierte Secretaría de Salud federal casi un 50% más de personas con obesidad y sobrepeso en este 2022, siete de cada 10 lo padecen a nivel nacional
Saltillo, Coah.- El Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud federal retomó una alerta que en Coahuila al parecer no ha dejado de sonar, ya que desde 2012 se tenía conocimiento con estadísticas del Inegi que siete de cada 10 coahuilenses mayores de 20 años padecía obesidad. A 10 años de la advertencia, la dependencia señaló que este problema es una constante que requiere de atención inmediata, pues el sobrepeso se disparó 48.8 por ciento en lo que va del año.
En esta tesitura, y sin importar el desarrollo de políticas públicas y acciones para impulsar la activación física o el desarrollo de algún deporte, sin contar los programas del plato del buen comer o de las dietas equilibradas para evitar alimentos chatarra, impulsadas por los gobiernos estatales y federales, e incluso la realización de procedimientos quirúrgicos o mangas gástricas como parte de las acciones han resultado ineficaces o no han logrado los resultados esperados.
El último dato otorgado por la Secretaría de Salud federal establece que más de 7 mil 600 coahuilenses padecen de problemas con su peso, en comparación con los 5 mil 44 detectados en el mismo lapso en 2021, de los cuales 4 mil 986 son mujeres y 2 mil 640 hombres.
Sin embargo, cuáles son las causas de la obesidad en México, están vinculadas a la adicción a la comida, hay condicionantes genéticos que pueden desencadenar que este problema de salud pública a nivel mundial tenga otros modos de investigarse, contenerse y abordarse. Todas estas interrogantes comienzan a cobrar fondo en las investigaciones de los especialistas en el país.
Cabe señalar que la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición en México del Inegi reveló que en 2018 había 82 millones 767 mil personas de 20 años y más con diabetes, uno de los males asociados a este padecimiento: 13.22 por ciento mujeres y 7.75 por ciento hombres.
LOS FACTORES CULTURALES
El académico Christopher R. Stephens, del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la Universidad Nacional Autónoma de México explica que a través del proyecto “CONDUCTOME: El estudio de la conducta detrás de la obesidad”, analizan la influencia de la cultura y el ambiente en la formación de hábitos alimenticios, a la par de los antecedentes de salud familiares de personas que padecen obesidad, ya que este mal afecta al 70 por ciento de los mexicanos.
De acuerdo con Stephens, la cultura y el medio ambiente se combinan para la mala toma de decisiones del mexicano respecto a su alimentación, por lo que ofrecen una nueva forma de abordar la problemática y las enfermedades metabólicas, pues el punto central son las elecciones relacionadas con el sobreconsumo, sedentarismo y todo aquello que afecta a la salud.
De 2014 a la fecha los expertos han reunido información de 4 mil participantes, la mayoría estudiantes de la UNAM, la Universidad Iberoamericana y la Universidad de Guanajuato, a quienes se dio seguimiento en su toma de decisiones respecto a los hábitos alimenticios y se monitoreó médicamente para respaldar los datos, comentó el experto del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3).
“Más de 70 por ciento de la población presenta obesidad y nos gustaría que en el futuro evitemos llegar a esa condición. Es importante recordar que puede llevar a la muerte”, explicó Stephens.
En tanto, Estefanía Espitia Bautista, investigadora del C3, detalló que en el caso de cada participante se revisaron los antecedentes de salud y familiares, además de preguntarles qué actividades efectúan en su día, a fin de tener el mapa completo de posibilidades de lo que hacen. Para corroborar esta información se les proporcionaron actígrafos (sensores), para monitorear si la persona realmente hace lo que dice.
Tener obesidad y manejar sus consecuencias es difícil y costoso. Resultaría más fácil atender a personas sin las enfermedades provocadas por la obesidad. Actualmente trabajamos con poblaciones de estudiantes quienes no necesariamente tienen sobrepeso y obesidad, o que están en la edad en la cual están formando esos hábitos, detalló la experta.
FOMENTAN ADICCIÓN A LA COMIDA
Mario Buenrostro Jáuregui, colaborador del proyecto en la Universidad Iberoamericana, consideró esencial conocer la neurofisiología de la conducta en las decisiones, comprender las áreas del cerebro que se activan ante ciertos alimentos, además de su relación con el genoma para llegar a la obesidad.
“Sabemos que los alimentos altamente palatables, es decir, los ricos en azúcares y grasas, por ejemplo una pizza, tienen un potencial adictivo muy alto de ocasiones similares a las drogas de abuso -como alcohol o cocaína-, y la ingesta de productos está muchas veces relacionado con la búsqueda de placer; es decir, consumimos alimentos porque nos generan placer”, precisó Buenrostro Jáuregui.
En este mismo aspecto, el pasado 26 de abril se presentó en la UNAM un estudio de Rafael Maldonado López, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, España, que reveló que algunos marcadores intervienen en la vulnerabilidad a los alimentos como elementos adictivos.
Un equipo de científicos españoles, encabezado por Rafael Maldonado López, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, España, identificó esos marcadores, primero en un modelo de ratones y luego en humanos, los cuales participan en la compulsividad, motivación y resistencia al castigo, conductas asociadas a la adicción a los alimentos.
El especialista que participó recientemente en el Seminario sobre Neurociencias y Adicciones de la Facultad de Medicina de la UNAM, advirtió que “en un delicado equilibrio cerebral entre las funciones del sistema límbico, donde ocurren los impulsos, y la corteza cerebral, que controla la actividad racional, radica la vulnerabilidad a las adicciones”.
En el caso de la dependencia a la comida, explicó Maldonado López, en esa zona funciona un grupo de marcadores epigenéticos (aquellos capaces de modificar los genes) llamados microARNs, los cuales son pequeñas moléculas de ARN que regulan a los genes de manera compleja.
“Se define el criterio de adicción a la comida basado en los criterios de adicción a drogas, en esa alteración del comportamiento. Consiste en persistencia a la respuesta, la insistencia en la búsqueda de comida, con una motivación enorme y consumo a pesar de sus consecuencias negativas”, planteó el investigador español.
Explicó que en el estudio compararon dos poblaciones de ratones, una adicta a la comida y otra no, y encontraron microARNs con mayor expresión en los roedores adictos. Al replicar el estudio en humanos, identificaron que los mismos microARNs afectados en esos animales también estaban alterados en las personas.
“Las similitudes entre los resultados en ratones y humanos aportan gran importancia al estudio, pues el papel de la epigenética en la vulnerabilidad a la adicción a la comida abre la puerta para poder identificar biomarcadores de diagnóstico precoz, y para poder desarrollar terapias futuras mediante la modificación de la expresión de los microARNs”, señaló.
Los tres marcadores identificados son: miR 29C, miR 137 y miR 665, y se demostró que la expresión de estas moléculas está asociada en ambos grupos (ratones y humanos) con la adicción a la comida.
En la primera parte de la investigación, los científicos españoles detectaron los mecanismos neurobiológicos que permiten el desarrollo de un comportamiento de adicción a la comida. Concretamente, determinadas áreas corticales en el cerebro que participan en la pérdida del control de la ingesta.
Los expertos se plantearon por qué hay individuos que son resilientes, mientras que otros son adictos. La respuesta la encontraron en los factores epigenéticos, es decir, aquellos externos del ambiente que modifican la expresión de los genes.
En un estudio actualmente en proceso, Maldonado y sus colaboradores estudian la microbiota intestinal, en específico la función de algunas bacterias presentes en nuestro cuerpo que se relacionan con la adicción a la comida.
Hasta ahora, han encontrado que existe una relación entre el intestino y el cerebro, y que la microbiota podría contribuir en algunas funciones cerebrales concretas.
SOLUCIONES INTERDISCIPLINARIAS
El investigador de la Facultad de Psicología, Rolando Díaz Loving, precisó: la pregunta central es cómo atacar un problema tan complejo como la obesidad; la respuesta es con un equipo multidisciplinario que incluye nutriólogos, psicólogos, médicos, matemáticos, entre otros, que permitan ayudar a realizar cambios en la conducta.
“¿Por qué estamos en el primero y segundo lugar en obesidad infantil y adulta en México?”, cuestionó el investigador, luego de explicar que “la cultura tiene importante influencia en la forma en que se van formando hábitos y los médicos nos indican que la gente con problemas de obesidad no sigue todas las reglas. Entonces, si la información está disponible por qué no modifica su conducta, por ejemplo determinar llevar a cabo ejercicio”, señaló.
A su vez, Dagmara Wrzecionkowska, experta del C3, enfatizó que actualmente se procesan los datos generados por el proyecto y sus participantes, y adelantó que en breve se darán a conocer los primeros resultados estadísticos de la variación en las elecciones alimenticias de los alumnos de cada una de las universidades que colaboran.