Opinión
Sábado 21 de Diciembre del 2024 06:29 hrs

Siguiendo la Línea


Andrés Manuel, ha influido en el gobierno de Claudia de muchas formas visibles y, no hay duda, muchas que no se ven. En lo que se mira, Claudia está completamente alineada con el lopezobradorismo. Y, si hubiera algo tan herméticamente imperceptible que la empujara a emanciparse, difícilmente lo logrará: el poder concedido al líder del movimiento no es transferible por banda presidencia, bastón de mando, o rebelión.

Una de las discusiones públicas más candentes es si Claudia Sheinbaum se deslindará de López Obrador. 

Muchos analistas, opinólogos, comunicadores y líderes de opinión insisten en que las políticas de López Obrador han demostrado ser insostenibles en la práctica, que, con el perfil de Claudia, más “científico” y conciliador, sabría que no le es conveniente, ni necesario, el mantener el camino que López Obrador ha dictado. 

Muchos ven señales de esta, susodicha “independencia” en cualquier rincón. Insisten que la banda presidencial le dará, en el momento de portarla, el poder y la motivación de sacudirse a López Obrador y contrarrestar la radicalización del final del sexenio. 

Andrés Manuel, ha influido en el gobierno de Claudia de muchas formas visibles y, no hay duda, muchas que no se ven. En lo que se mira, Claudia está completamente alineada con el lopezobradorismo. Y, si hubiera algo tan herméticamente imperceptible que la empujara a emanciparse, difícilmente lo logrará: el poder concedido al líder del movimiento no es transferible por banda presidencia, bastón de mando, o rebelión. 

Para que Claudia se emancipe del patriarcado político es necesario, más que un exilio, el que deje de existir.  Y, aun así, no hay ninguna señal que indique un cambio de rumbo. Lo que hay es una confusión. Confusión promovida por la misma presidenta en mensajes ambiguos a sectores de la sociedad con ideas, y formas de organización contrarias a las de la 4T. Por ejemplo, a los empresarios. Comienza con afirmar que se respetarán los derechos personales y el estado de derecho (lo que en realidad no hacen), pasan a declarar que son decisiones tomada por el pueblo (se asumen sus representantes e intérpretes), terminan por asegurar, con exaltada levedad, que no hay de que preocuparse. 

El leitmotiv predicado no convence y la incredulidad crece. 

Ya vimos al Consejo Coordinador Empresarial y al Consejo Mexicano de Negocios, tras ser cómplices por somnolencia, emitir posicionamientos fuertes sobre la designación legislativa. Seis años de convivir en el club de los tamales de chipilín no evitó el machetazo del presidente en la mañanera. Evidentemente han pasado el sexenio afilando el hacha con que ahora, convertida en guillotina, el poder discrecional les amenaza. 

El Poder Judicial, por su parte, ha calentado la plaza con un paro que daña más a la población que al oficialismo. Pero pocas opciones tienen ya y se les agradece. El momento es oportuno señalar que la primera línea defensa para su supervivencia es que se niegue la sobre representación que le da la mayoría calificada a la coalición gobernante. Los paros, y la votación que los legitima, son mensajes al TEPJF acerca del repudio que enfrentarán, por su propio gremio, de tomar la decisión que llevaría al país a una crisis constitucional.

Claudia ha reiterado, en cada oportunidad, el, supuesto, mandato popular expresado en las urnas de seguir la línea de López Obrador.  La realidad de las finanzas federales: los compromisos adquiridos de repartir dinero, la carga financiera en obras no productivas, una iniciativa privada amenazada y enconchada, y una situación internacional compleja y volátil no se han cansado de dar señales de lo que podría ser su sexenio: muerto antes de nacer si sigue adelante con la captura y nulificación de los poderes legislativo y judicial.

Es cierto que, en México, la acumulación e insultante disparidad en la distribución de riqueza da mucha holgura a un régimen irresponsable: todavía queda mucha riqueza por repartir antes de que la balanza se incline a favor de los que han perdido algo, versus los que han ganado un poco. Aun cuando ese poco sea suficiente para entregarse al populismo destructor. El Peronismo tardó 70 años en inclinar la balanza, el Chavismo 25. Solo Cuba sigue capturada. 

Parece inevitable, al escudriñar el espejo, ver en el reflejo señales del modelo de izquierda que se está construyendo en México, identificar la línea que Claudia ha decidido seguir. Resulta imposible creer que, aun cuando le sería lo más conveniente, no hay ninguna indicación de que el gobierno entrante se deslinde del saliente. 

Valdría la pena, solamente, señalar que el mundo no es, de ninguna forma, igual al de la segunda mitad del siglo pasado, ni de principios del siglo XXI. AMLO no lo entiende, esperamos que Claudia sí. 






OPINION

Fuenteovejuna

Solapar la corrupción pasada, justificar la presente, así como cobijar funcionarios deshonestos, hacen que el “segundo piso” huela realmente a sótano putrefacto…

www.infonor.com.mx