Opinión
Sábado 29 de Junio del 2024 00:17 hrs

¡AL HUESO!

¿Qué siga la transformación?


Lejos de su objetivo de delinear las propuestas de fondo para un eventual gobierno, en los denominados debates las y el candidato se sumergieron en un festival de lodos, pero sus reacciones permiten atisbos para percibir la personalidad de cada uno, desde el palerismo del de MC hasta el autoritarismo exacerbado de la candidata oficial

“Ninguna paz, ningún progreso, ninguna patria se cimientan sobre base de rencor y de odio”. General Felipe Ángeles.

Para López Obrador, un político intolerante, los spots publicitarios diseñados con inteligencia han sido siempre su kriptonita, porque le golpean directamente el hígado y reacciona vomitando bilis.

Así sucedió en 2012 con la campaña “es un peligro para México”, diseñada por el español Antonio Solá, a la que no fue capaz de rebatir y le costó los votos de una clase media atemorizada, que marcó la diferencia estrecha en favor de Felipe Calderón.

En 2018, lección aprendida, para evitar la repetición del señalamiento se cobijó bajo una piel de cordero y casi dijo que ya había cambiado, que no era el de antes, comprometió un gobierno abierto, para todos, con concertación, respeto a las leyes, diálogo y sin sorpresas.

Montado en el desgaste de los partidos tradicionales, engañó a muchos, de la clase media hacia arriba, que nunca habrían votado por el verdadero López Obrador y hoy se dicen arrepentidos y avergonzados ante los resultados.

Ahora, en los días finales de su sexenio, carga como cruz el “narcopresidente”, que le ha calado profundamente, porque tiene como base sus abrazos a la delincuencia y será uno de los sellos en su paso negativo a la historia, esa que escribirán fundamentalmente miembros del amplio grupo de intelectuales de alto peso encabezados por Roger Bartra, que se pronunciaron en su contra. 

Lo peor es que la etiqueta contagió por derivación a su protegida, que ahora carga con el injusto mote de “narcocandidata”. Si bien no hay sustento en la actuación política de Sheinbaum para sostener una acusación de ese tipo -como no sea saberlo y permitirlo-, su imposibilidad de censurar el sospechoso modelo policial del Presidente le da cabida.

La organización de debates por el INE tiene como objetivo que los candidatos confronten sus proyectos de gobierno y planteen soluciones a los principales problemas del país, lo que en el presente proceso electoral estuvo muy lejos de cumplirse y los encuentros fueron un tiradero de lodos del pasado. 

Sin embargo, sirvieron para perfilar las personalidades políticas particulares.

En el caso del hombre, poco que decir, como no sea que quitó la máscara a la imagen de seriedad que había construido Movimiento Ciudadano y lo desnudó como un partido palero, sin contenido, dispuesto a la venta, como el Verde o el PT y tantos otros anteriores.

Xóchitl, confiable en cuanto a su postura en defensa de la legalidad y la democracia, ágil y con espontaneidad en sus reacciones, pero superficial, inconsistente, atada en la crítica a los desastres del gobierno, pero sin propuestas de fondo. Los fracasos de López Obrador no necesitan ser ventilados a diario y perdió la oportunidad de plantear soluciones sólidas, no solo decir que los cambiará o corregirá.

La corona negra, sin embargo, se la llevó Claudia Sheinbaum, que no solo reiteró que hará más de lo mismo, sino que, ante los continuos cuestionamientos sobre los fracasos del gobierno, recurrió como defensa a la evasión, utilizando como escudo una reiterada manipulación de números y conceptos, hasta quedar al desnudo en el tema de seguridad, con mentiras flagrantes.

Así lo asentó la politóloga Lorena Becerra, que siguió el encuentro con su ojo crítico puesto en las cifras manejadas por la candidata oficial, para luego contrastarlas con la realidad.

La ex jefa de gobierno quiso poner como ejemplo de su eficiencia como gobernante el “éxito” de su hoy cuestionado consejero policial en la Ciudad de México, la entidad que cuenta con el mayor número de policías por habitante y que tradicionalmente tuvo índices de delito común y pocos de alto impacto. 

Algo que cae por su propio peso ante la suma de feminicidios, los atentados contra personajes como el propio jefe policial García Harfuch o el periodista Ciro Gómez Leiva, las pruebas de que los “amables” asesinatos en la capital nacional han disminuido por manipulación de datos -los forenses de la fiscalía refieren las muertes violentas como originadas por causas indeterminadas- y está documentado el control territorial que el principal grupo multi-delictivo, la Unión Tepito, ejerce en colonias como la Condesa, la Roma e incluso Polanco, con las actividades comerciales sometidas al “pago de piso”. 

Sheinbaum quiso descalificar también el informe independiente sobre la pandemia, el cual demostró que CDMX tuvo el peor manejo de la crisis -hasta llegar a la irresponsabilidad de distribuir Invermectina- y donde se registró el mayor índice de mortalidad.

En los denominados debates, como en entrevistas anteriores y posteriores realizadas con real rigor periodístico, quizás por la presión de inconfiabilidad en las encuestas compradas, Sheinbaum fue revelando un poco de sí, más allá de la copia al carbón de López Obrador que había jugado.

Se mostró inflexible, autoritaria, cerrada al diálogo, impositiva, intransigente, desestimó el valor del voto al señalar que el proceso electoral es mero trámite y, lo peor, rechazó anticipar que reconocería un resultado adverso en los comicios, como si lo hizo Gálvez.

Corroborado por quienes han colaborado o interactuado con ella, esa es en esencia Claudia Sheinbaum.

Las mismas características anticipan que bajo la ley de “muerto el rey viva la reina”, no tardaría la confrontación con López Obrador, sin que ello eventualmente vaya a significar un cambio positivo sino, lo más probable, una profundización antidemocrática.






OPINION

Fuenteovejuna

Ni fu ni fa. Salvo la mala cara de Buenrostro, son de Claudia y eso es bueno. Lo malo, que los decisivos para el momento del país siguen trabados. Sí, por él…

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