Opinión
Martes 29 de Abril del 2025 22:31 hrs

Pantalla

Polvo, tendencia en Netflix


Así, partiendo de esa simple anécdota, Polvo desarrolla una trama interesante y divertida que llega a buen puerto por la forma y el tono de comedia en el que está contada la historia

La verdad es que la sinopsis con la que presenta Netflix a la película mexicana Polvo (2019) no le hace justicia a la cinta: “Un hombre vuelve de mala gana a su ciudad natal, donde debe recuperar un cargamento de cocaína para el jefe de un cártel y enfrentar a sus peculiares amigos y familiares”. 

Resumida la trama de esa manera pareciera que Polvo es otra película más sobre el narcotráfico, pero en realidad se trata de una bien lograda comedia negra y ligera. Nos cuenta la historia de “Chato”, un hombre de mediana edad, que después de diez años de haber dejado San Ignacio, su pueblo natal, regresa a éste para recuperar, como dice la sinopsis, un cargamento de 500 kilogramos de cocaína para su jefe (el Doctor); solo que el viaje se convierte en algo más que cumplir con la encomienda, se transforma en el reencuentro de “Chato” con su pasado. 

La película parte de la anécdota de una avioneta que volaba sobre San Ignacio y que se queda sin combustible. Para tratar de tomar altura y sobrepasar unas montañas, el piloto se deshace de la carga de 500 kilogramos de cocaína para aligerar la aeronave. Los paquetes de un kilo cada uno caen sobre las casas del pueblo y sus alrededores ante la sorpresa de los pobladores. “Chato” recibe la orden de acudir a ese lugar solo porque su jefe sabe que es originario de ese pueblo, y lo sentencia de que si no recupera el polvo, todo el pueblo corre peligro de muerte. 

La acción se desarrolla en 1982 en el pueblo de San Ignacio, Baja California Sur, y donde aún no llegaba ni la televisión ni la radio, y su único medio de comunicación era un teléfono público. Para los pobladores un tanto inocentes, lo que había caído del cielo eran simplemente paquetes envueltos en bolsas de plástico con un polvo blanco que no sabían qué era, pues en esos años en México lo más conocido era el trasiego de la marihuana y no se hablaba tanto del tráfico de cocaína. 

El “Chato”, interpretado por José María Yazpik, llega a su pueblo y todos lo ven como si se hubiera ido apenas el día anterior, salvo que se gana la atención de los pobladores al ofrecer 100 dólares por cada paquete de “polvo farmacéutico” que le entreguen, y todos, salvo algunos que ven la actitud del “Chato” con mucha suspicacia, el resto inicia la búsqueda con tal de obtener ganancias, precio que tiene que aumentar ante la avaricia (sobre todo del cura y el tendero) y desconfianza de algunos. 

“Chato” se reencuentra con su ex novia Jacinta, interpretada por Mariana Treviño, a quien dejó plantada supuestamente para irse a trabajar a Hollywood, cosa que nunca sucedió. La Jacinta, brava mujer norteña bastante resentida -con razón- por el abandono del “Chato”, ya está casada con Toto, alguacil, profesor y entrenador de beisbol del pueblo, además de que tiene un hijo. El protagonista se va enfrentando a situaciones que no esperaba encontrar más en su vida, pues no estaba en sus planes regresar a su pueblo. 

Así, partiendo de esa simple anécdota, Polvo desarrolla una trama interesante y divertida que llega a buen puerto por la forma y el tono de comedia en el que está contada la historia. Destaca el reparto, pues aparte de José María Yazpik como el “Chato” y Mariana Treviño como Jacinta, actúan Angélica Aragón como la mamá del protagonista, Jesús Ochoa como el Doctor, Joaquín Cosío como don Manuel, padre de Jacinta, Adrián Vázquez como Toto y Carlos Valencia como Fisher. 

José María Jazpik, además de interpretar al “Chato”, también escribió el guión, produjo y dirigió la película que marcó su debut en la dirección. El actor relata en varias entrevistas que la idea surgió porque su padre es originario de San Ignacio y en una ocasión, diez años antes de estrenar Polvo, su hermano Carlos y él llevaron a su papá a que visitara el pueblo después de muchos años. 

Después de esa visita, los hermanos se comprometieron a hacer una película que tuviera como “personaje” a San Ignacio, pueblo donde ambos pasaron mucho tiempo durante su infancia. Así, a partir de la anécdota de los paquetes de cocaína que cayeron sobre el pueblo, historia real que sucedió en Colombia, empezó José María Yazpik a construir y escribir el guión que cristalizó con muchos aciertos en la película Polvo. 

La película tiene un ritmo pausado con tomas abiertas y grandes planos generales para incorporar a la historia la naturaleza que rodea a San Ignacio, que fue captada con una espléndida fotografía del cinematógrafo Tonatiuh Martínez; quien une acertadamente la locación y personajes con las múltiples bellezas naturales de los alrededores, para incorporarlas a la historia que nos cuenta la cinta a través de la visión del director. 

Polvo es una buena película mexicana que se estrenó en 2019 como parte del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y luego tuvo una corrida en alrededor de 380 salas de cine, pero fue hasta este mes de febrero que Netflix la incluyó en su catálogo y sorpresivamente se ha vuelto tendencia. En aquel año, Polvo estuvo nominada en 11 categorías del Ariel, así como formó parte de la selección oficial del FICM, donde Mariana Treviño se llevó el premio de mejor actriz por su interpretación de Jacinta. 

Con Polvo descubrí una vez más que no hay que hacerle mucho caso a las sinopsis y resúmenes que presentan las plataformas sobre películas y series, siempre es mejor tomar el riesgo de ver aunque sea el inicio para darnos cuenta si las historias nos van a atrapar o no. 

FINAL. La película Argentina, 1985, reseñada en este espacio la semana pasada fue galardonada el 11 de febrero en España con el premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana. Un reconocimiento más en su haber.






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