Opinión
Miercoles 18 de Diciembre del 2024 17:02 hrs

Nostalgia y Reflexión, 2024


Así, mientras la democracia electoral ha decepcionado y desencadenando un deterioro en los procesos de llamado a cuentas y renovación de gobiernos y gobernantes, una similar falta de democracia hacia dentro de los grupos sociales y organizaciones, imposibilita el que los recursos de una nación se aprovechen de la manera más eficiente, evitando contar con sistemas que garanticen oportunidades equitativas para todos y el desarrollo integral de la misma sociedad

Uno, en estas épocas, comienza con la nostalgia, a cerrar el año, reflexionar sobre lo que fue y sacar conclusiones en preparación para el que viene. 

El 2024 comenzó con el año de la gran fiesta democrática y terminará como el que nos dejó ver que la democracia liberal está agonizando, en terapia intensiva y en un grave riesgo de ser relegada al rincón de los castigados. 

Hace un año celebrábamos que habría 74 elecciones nacionales o supranacionales – el caso del Parlamento Europeo. Entre los países que tendrían elecciones son pocos los que se pueden considerar democracias plenas, algunos más entran en la categoría de democracias imperfectas y la mayoría son regímenes híbridos o, de plano, autoritarios. Aun así, parecía que la generalidad electoral anunciaba un avance de los sistemas liberales de organización política y económica. 

Pronto, el año, nos desmintió, nos evidenció que las elecciones, en sí, no garantizan la vida en democracia: Una lección que en México hemos aprendido a golpes de realidad y que nos ha llevado a corromper, en este 2024, no solo nuestra democracia electoral, sino todo nuestro sistema de garantías y libertades. 

Algo similar se ha observado alrededor del mundo. En los últimos años se ha dado un claro retroceso en la calidad de las elecciones. Una consecuencia del deterioro de los propios sistemas de garantía y libertades a través de muchos países y naciones. 

Ye en septiembre, el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral, IDEA, por su acrónimo en inglés, en su reporte sobre el Estado Global de la Democracia 2024, reportaba que en el 2024 uno de cada tres electores vive en un país donde la calidad de las elecciones ha declinado, entre 2020 y 2024 uno de cada cinco candidatos rechazó el resultado electoral, en la actualidad la participación ha declinado y las disputas electorales se han incrementado. De cada cuatro países, uno ha mejorado su democracia mientras que casi dos la han empeorado. Los derechos de los votantes y la representatividad de los elegidos han disminuido mientras que los esfuerzos para mejorar la organización y transparencia electoral son mal correspondidos con un incremento en las disputas. Inclusive, se puede asegurar que es en naciones desarrolladas donde ha existido un mayor deterioro.

Aun así, se reconoce que los procesos electorales han empoderado a la población, generando cambios de gobierno y sustitución de regímenes que han caído en la desaprobación. 

Así, mientras la democracia electoral ha decepcionado y desencadenando un deterioro en los procesos de llamado a cuentas y renovación de gobiernos y gobernantes, una similar falta de democracia hacia dentro de los grupos sociales y organizaciones, imposibilita el que los recursos de una nación se aprovechen de la manera más eficiente, evitando contar con sistemas que garanticen oportunidades equitativas para todos y el desarrollo integral de la misma sociedad. 

Es en 2024 el año en que, pareciera, buscando un contrapunto con lo que se observa en la realidad, se otorga el premio Nobel de Economía a quienes han investigado y sustentando el contraste entre una nación en la que no solo en el electoral, sino la generalidad de sus procesos sociales se lleva de una forma “democrática”.

En el fundamento de la democracia, como pacto social que rige las relaciones de la población, se encuentran la autonomía e igualdad de derechos y responsabilidades individuales ante el grupo. Cuando éstos, se expresan a largo de todas las relaciones, desde el gobierno como forma macro de organización humana, hasta las organizaciones más sencillas, en lo micro, la competencia natural, en una dimensión de equidad, el reconocimiento implícito del desempeño diferente y la agrupación libre de voluntades en torno a liderazgos, garantizan que la suma de las individualidades genere la mayor ganancia colectiva y, a su vez, el reconocimiento del valor de cada individuo en el grupo.

El 2024 es el año que se recordaremos como aquel en el que el péndulo de la libertad y responsabilidad individual agotó su inercia y comenzó el retroceso hacia un sectarismo colectivo, en torno a liderazgos ficticios, oprimiendo sobre la individualidad. Un proceso que parecerá acelerar durante un tiempo: durante el próximo año y algunos más, hasta alcanzar su propio, cuando regresará, esperamos, con mayor fuerza, hacia un mundo, sociedades y pueblos más prósperos.






OPINION

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