Ítaca
¡Muévete, Claudia!
No hay duda de que Sheinbaum será candidata. De lo que sí hay duda es de que llegue a ser presidenta. Necesitará crecer y sacudirse —si puede— todos sus pasivos
Claudia Sheinbaum camina sonriente por la calle hacia un puesto de tacos ambulante. Ahí la recibe un taquero eufórico: “Esa es la jefa de Gobierno que tenemos, es del pueblo”, dice el vendedor. Y, eufórico, repite a gritos: “Es del pueblo”.
Como si todo fuera casual, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México entabla un diálogo con el taquero. Está contenta, sigue sonriendo y, frente a una cámara y algunos espectadores, dice: “Tacos de canasta “El Puro Veneno”. Como cualquier hija de vecina, mira con devoción los tacos servidos en un plato de unicel y le zampa a uno una mordida.
Más tarde postea el video con un mensaje: “Cuando visites el zócalo no te puedes perder de comer unos ricos tacos de canasta ‘El Puro Veneno’. Están muy buenos’. Unas horas después sus operadores se encargan de hacerlo viral en las redes.
No hay duda. Sheinbaum será candidata a la presidencia de la república en el 2024. Ya comenzó su propio populismo. Será candidata no tanto por méritos propios, sino porque así lo quiere su tutor político: el presidente López Obrador. Él ya lo decidió.
La orden está dada: “¡Muévete!”. Aunque dice que no anda en campaña, la mandataria de la CDMX ya no se pierde evento alguno, trae una actividad propagandística inusual y ya comenzó a moverse por todo el país: de Campeche a Baja California, pasando por Tlaxcala, Colima, Guerrero y Guanajuato. Cualquier pretexto es bueno.
En el afán de correr, sin embargo, está cometiendo errores. Su gobierno ha echado a andar de manera provocadora —como lo hacían los políticos del PRI— campañas de gobierno vinculadas a la imagen personal de la aspirante presidencial.
Dentro de su programa de “Asambleas Informativas. Bienestar Educativo”, Sheinbaum pretende repartir un millón 200 mil tarjetas del programa “Bienestar para Niñas y Niños: Mi Beca para Empezar” a alumnos de educación básica y media y a docentes. Para tal efecto moviliza a casi 200 funcionarios de 18 secretarías y oficinas de la administración capitalina con la encomienda de repartir los apoyos en 4 mil 500 asambleas en 3 mil 200 escuelas. Nada mal.
Las autoridades educativas de la CDMX no han tenido ningún empacho en llamar a ese apoyo “La Tarjeta de Claudia”. Así la llaman. No hay dejo de vergüenza: la promoción política a cargo del erario; el uso de los recursos públicos para un fin personal, de partido. Ni los priistas en sus mejores años de autocracia se atrevieron a tanto. Si así lo hacen en Cuba, Venezuela o Rusia, ¿por qué acá no?
Podría pensarse que tal desfachatez es un signo de prepotencia y dominación por la enorme superioridad electoral del partido de Sheinbaum, y la popularidad del Presidente. Pero podría ser también todo lo contrario: un síntoma de debilidad política, una señal de que las cosas no andan bien en Morena con miras al futuro.
Sucede que la jefa de Gobierno no es López Obrador. No tiene ni su celebridad ni su arrastre entre la gente. Cuando AMLO ganó la presidencia tenía 18 años en campaña y una larguísima trayectoria política que lo llevó a recorrer varias veces todo el país. A Sheinbaum apenas la conocen.
Si bien trae activos como el apoyo de grandes núcleos feministas y grupos partidarios, su principal apoyo es también su lastre más fuerte: López Obrador genera un fuertísimo rechazo en amplios sectores de las clases medias.
Dentro de sus pasivos, la ventajosa candidata carga también el gravísimo accidente de la Línea 12 del Metro que cobró 26 vidas humanas y el sonoro descalabro electoral del pasado 6 de junio a manos de la coalición del PAN, PRI y PRD en la Ciudad de México, donde el poder de Morena parecía infranqueable. El escándalo de “La Tarjeta de Claudia” es ya otro de sus escollos.
Por si fuera poco, las aguas al interior de su partido están agitadas. Dos aspirantes más hacen sonar cada vez más fuerte sus tambores de guerra: Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard. Los dos realizan labor de zapa y se han convertido en un contrapeso interno para Sheinbaum. Incluso, han dejado ver la posibilidad de conformar juntos un solo eje y dar la pelea a la jefa de Gobierno y a su padrino al interior de Morena.
La pelea será de pronóstico reservado. Dentro de los seguidores de Monreal se maneja la posibilidad de lanzar una candidatura fuera de los carriles de Morena. Podría ser, incluso, el candidato de un frente integrado por partidos de oposición.
No hay duda de que Sheinbaum será candidata. De lo que sí hay duda es de que llegue a ser presidenta. Seguramente requerirá algo más que “La Tarjeta de Claudia” y del apoyo y protección del presidente. Necesitará crecer y sacudirse —si puede— todos sus pasivos.
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Las masacres y los gravísimos hechos de violencia de los últimos días, como el dramático asesinato de un niño de ayer en Monterrey, son el síntoma del agotamiento total de la actual estrategia de seguridad. Todo mundo lo advierte, menos las autoridades federales y estatales.
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