Los últimos dos megaincendios en México ocurrieron en Coahuila
- Por: Redacción --
- 17/03/2023 @ 15:15 --
- Mexico
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Coinciden ambientalistas y académicos de la UNAM y la Universidad Iberoamericana en que las sequías de otros años acumulan combustible para esta temporada
Ciudad de México.- Los megaincendios forestales son peligrosos fenómenos con graves efectos ambientales, sociales y económicos, los cuales se presentan poco en México, en contraste con los incendios pequeños y frecuentes, señalaron tres expertos del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
A nivel mundial estudios refieren un porcentaje bajo de estos siniestros, pero su ocurrencia tiene mayor cantidad de impactos negativos, pues causan la muerte de personas y problemas de salud por el humo emitido, así como efectos devastadores en los ecosistemas con una reducción de la biodiversidad, tanto de plantas como de animales, además de una tardía recuperación de los ecosistemas, que puede durar varias décadas dependiendo de la intensidad de la afectación, afirmó Christoph Neger, investigador del Departamento de Geografía Social del IGg.
Durante la conferencia de medios a distancia “Los megaincendios forestales en México, sus impactos ambientales y sociales”, agregó: aunque no tienen una definición clara con base a su intensidad o magnitud de los impactos, en general en México y en la Comunidad Europea se reconoce a un megaincendio como aquel mayor a 500 hectáreas de superficie quemada.
En contraparte, en Estados Unidos los consideran hasta 40 mil 469 hectáreas, equivalentes a más de 100 mil acres, lo que implica serias discrepancias para su estudio, abundó.
ADVIERTEN PANORAMA DE CRISIS EN SIERRA MADRE OCCIDENTAL
Al hacer uso de la palabra, Lilia de Lourdes Manzo Delgado, investigadora del Laboratorio de Análisis Geoespacial de esa entidad académica, comentó que en general los propician las sequías, la alta acumulación de material combustible (pastos, hojas y ramas secas), especialmente tras el paso de un huracán.
Aclaró que de 2010 a 2019 la mayoría de los incendios ocurrieron en marzo, abril y mayo, aunque algunos se presentaron en enero y febrero, con una considerable baja en junio y julio, cuando ya hay lluvias.
Para elaborar un estudio sobre el tema, publicado en la revista “Madera y bosques”, del Instituto de Ecología A.C., los expertos utilizaron registros de campo de 2010 a 2019 de la Comisión Nacional Forestal; datos satelitales del Global Fire Atlas de 2003 a 2016; y de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, para un análisis más exacto de los ecosistemas afectados.
Encontraron que en el país han ocurrido megaincendios de más de 500 y hasta mil hectáreas, principalmente en la Sierra Madre Occidental; han sido pocos de más de 10 mil hectáreas.
“Los más importantes fueron dos en Coahuila, con 170 mil y 150 mil hectáreas afectadas, son los más grandes registrados hasta ahora”, informó Manzo Delgado.
Los especialistas estudian la relación de estos eventos con la variabilidad climática (por ejemplo del fenómeno El Niño/Oscilación del Sur), pero aún no tienen resultados claros.
NO DESCARTAMOS TORMENTAS Y RAYOS COMO GENERADORES DE FUEGO
A su vez, José Francisco León Cruz, investigador del Departamento de Geografía Física, comentó que también la caída de rayos y las tormentas eléctricas pueden ser iniciadores del fuego; aunque no hay una tendencia en el país a la ocurrencia de megaincendios, en este año pueden ser favorecidos por el estiaje más largo, razón por la cual se necesita mayor inversión en áreas preventivas.
En 2023, continuó, prevalecerá El Niño/Oscilación del Sur en su fase negativa (lo que se conoce como La Niña), por lo que habrá menos lluvias, además de que la sequía de años anteriores acumula combustible sobre la superficie del terreno.
Los científicos comentaron que los principales ecosistemas afectados con los megaincendios son los bosques templados de pino y encino (de 35 a 50 por ciento), seguido por matorrales (13 a 29 por ciento) y menores en áreas adaptadas al fuego. En las selvas húmedas solamente repercute al cinco o seis por ciento, pero los impactos son graves por la gran biodiversidad de especies.
Al retomar el uso de la palabra, Neger recomendó contar con una política preventiva entre autoridades y comunidades del campo, quienes deben continuar con las brechas cortafuego, que funcionan como barrera artificial a las llamas y consisten en la remoción de material combustible en la superficie del suelo.
También mantener las líneas negras, que se delimitan en una franja de al menos tres metros, a la cual se le prende fuego debidamente controlado y supervisado por expertos.
Para la ciudadanía en general no encender fogatas ni lanzar colillas de cigarro prendidas en el campo, porque se pueden encender las hojas secas acumuladas y provocar un siniestro.
SE REQUIEREN ALIANZAS PARA LOGRAR DESARROLLO SOSTENIBLE
Por otro lado, la Universidad Iberoamericana Ciudad de México reunió a seis ambientalistas para hablar de las ‘Alianzas para la acción por el clima’, panel llevado a cabo en el marco del ‘3er Simposio Innovación para el Bien Común y el Desarrollo Sostenible’, realizado por esta institución académica.
Martín Olavarrieta Maldonado, doctor y presidente de la Fundación Cultural Baur, dijo que alcanzar el bien común y el desarrollo sostenible es una tarea en que todas y todos deben trabajar conjuntamente para preservar la biodiversidad, convivir de manera amigable con el medio ambiente y, en consecuencia, gozar de los beneficios de eso.
La Dra. Martha Bonilla Moheno, académica del Instituto de Ecología, resaltó que el panel, donde ella también participó, está centrado en el objetivo de desarrollo sostenible 15 de la ONU -relacionado con proteger, restaurar y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y combatir la desertificación-, que tiene entre sus mayores amenazas el cambio de uso y cobertura de suelo.
Así que resulta importante identificar dónde y por qué están ocurriendo esas transformaciones, si la causa directa es un crecimiento agrícola o urbano, o la desertificación, y cómo se ha impactado a la biodiversidad y a los servicios ecosistémicos.
Mencionó que, por supuesto, hay muchas estrategias que están desarrollándose para contrarrestar el impacto de esas transformaciones, una de ellas es la restauración ecológica, a través del incremento de la cobertura forestal.
POBLACIÓN DEBE TENER GOBERNANZA DE LOS BOSQUES SUMANDO ESFUERZOS
Al hablar de bosques, en específico de la competitividad forestal, ésta es definida en Reforestamos México, como la capacidad que tiene un bosque para atraer y retener talento e inversión, y que éstos fortalezcan la conectividad forestal, dijo el director general de esta asociación civil, Ernesto Herrera Guerra durante un panel realizado en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.
Otro elemento básico para asegurar la competitividad de los bosques es la gobernanza forestal, entendida como la voluntad y capacidad que tienen la población e instituciones en un territorio -ejido, municipio o región-, para organizarse, con el fin de tomar y respetar decisiones en términos del ordenamiento y planeación territorial a largo plazo, lo que da certidumbre a los bosques.
Por su parte, el Mtro. Shaun Paul, director general de Ejido Verde, detalló que esta sociedad anónima promotora de inversión de capital variable está innovando en cómo enfrentar el cambio de uso de suelos -en México se pierden al año entre dos mil y tres mil hectáreas forestales-.
En alianza con la industria, inversionistas y comunidades indígenas forestales, están levantando capital nacional e internacional para invertirlo en la restauración de las tierras degradadas con huertos de resina -que extraen de los pinos y que se usa en adhesivos, cosméticos, etcétera-. Por tal motivo, Ejido Verde está plantando más de 4 mil 800 hectáreas y con ello remueve 240 toneladas de carbono por día.
El último participante del panel fue el Ing. Santiago Espinosa de los Monteros, director general de Toroto, empresa dedicada, principalmente, a diseñar y operar acción climática concreta a nivel territorial, es decir, se enfoca en el secuestro y almacenamiento de carbono, infiltración hídrica y corredores biológicos.
A través de sistemas de información geográfica, mapas y modelos de priorización, en Toroto identifican oportunidades para asociarse con personas propietarias de la tierra, para producir proyectos que incrementen los servicios ecosistémicos ofrecidos por su territorio.
En Toroto también construyen y operan viveros forestales, reforestan con especies nativas, hacen previsión de incendios, construyen obras de retención de suelo, luchan contra la desertificación -con presas de gaviones- y además trabajan con los cuerpos de agua dañados que se encuentran en los centros de los valles.
Hoy en día, Toroto opera en aproximadamente 500 mil hectáreas, para el 31 de diciembre de 2025 quiere hacerlo en 5 millones de hectáreas y, para el 31 de diciembre de 2030, en 20 millones de hectáreas, porque “sentimos que esta es la magnitud en la que tenemos que estar escalando y trabajando para realmente llegar a un impacto significativo”. (Con información de DGCS UNAM y Universidad Iberoamericana)