Ladridos, Gruñidos y Mordidas
La desmesura e incapacidad de mantener la disputa dentro de causes cordiales que demostraron hasta que la Presidenta les jalara las orejas, evidencia qué tan grave es la crisis: lo profundo es la escasez de recursos y la intensidad del dolor que sienten
Pregunta seria:
Y, ¿Realmente, algún mexicano creía que Monreal y Adán Augusto están limpios?
Digo, más tardaron en aflojarles la correa que en empezar a ladrarse, gruñirse y tirarse mordidas arrebatándose el hueso. Que, dicho sea de paso, en ninguno de los dos casos les hace falta. Ambos, ya les han quitado mucho a los mexicanos.
Hablando de los mexicanos, suficientes tribulaciones tenemos como para, todavía, estar a expensas de este tipo de políticos. No que haya muchos otros tipos. Hay que partir de la máxima, nunca desmentida, de que no hay político limpio: Todos los políticos tienen cola que les pisen, y aun cuando niegan y esconden su cochinero, el olor los delata: huelen mal.
No hay error en esta afirmación. No importa que tanto les echen porras en mítines, que popularidad alcancen en las encuestas, cuantos espectaculares y spots publiquen presumiendo logros, compromisos cumplidos y cercanía con los votantes, todos trabajan primero para sí mismos. El pueblo, la ciudadanía, la sociedad, el elector o como quiera que le llamemos a aquellos a quienes dicen representar y servir, son solo un instrumento, una herramienta para alcanzar un hueso más grande.
Por eso, la pelea entre los liderazgos de la bancada morenista en Cámara de Diputados y Senadores no es, de ninguna forma, una pelea del bien contra el mal: ambos dan nauseas. A nadie sorprende las mutuas acusaciones de corrupción en diversas modalidades: contratos patito, cochupo, cohecho, malversación de fondos, tráfico de influencias, abuso de autoridad y otros tantos que se achacan. Lo sorprendente, más bien, sería que las acusaciones fueran infundadas.
Que hacer, por esto votamos los mexicanos y con esto tenemos que salir adelante.
Bien hizo la Presidenta en pedirles su sosiego. Lo dicho, suficientes tribulaciones tenemos ya los mexicanos como para, todavía, sumarle la descomposición acelerada de la poca gobernanza que queda en el país.
Aun así, la disputa de estos dos próceres del morenismo expone problemas mucho mayores en el corazón político de la nación: entre los animales, la disputa se origina, indudablemente, ante la escasez.
No es broma; el ser humano es, antes que todo, un animal socialmente evolucionado, que, a través de la comunicación logra niveles de colaboración que le permiten alcanzar destreza excepcional. Si Adán Augusto y Monreal fueran, por alguna extraña razón, la excepción, no sería precisamente por tener un nivel evolutivo mayor que otros Homo Sapiens, sino todo lo contrario.
Arriesgando caer en simplificaciones, la disputa que vimos esta semana se explica en el estudio de las cliodinámica, la interpretación multidisciplinaria, a través de modelos socioeconómicos, del surgimiento y destrucción de sociedades complejas.
Puesto en palabras más aterrizadas, aunque más confusas: La abundancia de recursos en manos de otros, que motivó a los Lopezobradoristas a desplazar a las élites, ocupando su lugar y disponiendo de sus privilegios, se convirtió rápidamente, a través del dispendio irresponsable que han hecho de ellos, en escasez. A dos meses de la salida del prócer máximo, la falta de recursos de todo tipo ha tocado hasta las más altas cúpulas de la nueva élite morenista.
La desmesura e incapacidad de mantener la disputa dentro de causes cordiales que demostraron hasta que la Presidenta les jalara las orejas, evidencia qué tan grave es la crisis: lo profundo es la escasez de recursos y la intensidad del dolor que sienten.
Difícil se ve que las aguas se tranquilicen. En el futuro previsible, no hay ninguna señal que nos de esperanza que habrá una corrección de rumbo para apuntalar la condición socioeconómica del país. Inclusive, sin ser pesimistas, más bien realistas, podríamos esperar que las explosiones sociales, los conflictos geopolíticos, la volatilidad financiera y los descalabros económicos se incrementen en los próximos meses aumentando la escasez que enfrenta sociedad y gobierno de México.
Solo resta decir que no podemos dejar de ver con optimismo como el régimen de la Cuarta Transformación se desmorona aceleradamente. No sin dolor para los mexicanos, se ven, cada vez más cercanas, las oportunidades de comenzar la reconstrucción.
Con este optimismo yo me despido hasta el 2025 y le deseo una muy feliz Navidad y todas las bendiciones en el año que viene.