La Sorpresa
En la retórica, la transformación que México está viviendo, pareciera ser sustentada en muchos de los postulados de los galardonados... En realidad, lo que demuestra es el uso irreflexivo del poder para destruir las instituciones que equilibran el poder, el surgimiento de una nueva élite que, más que usar (extraer) recursos discrecionalmente, se envuelve en un manto de santidad, indignos de rendir cuentas y demostrar que hablan con la verdad
El lunes la Real Academia Sueca de las Ciencias nos dio una sorpresa con el anuncio de los ganadores del premio Nobel de economía 2024.
Haca unos 10 años, escuchando recomendaciones de libros, me topé con “Why Nations Fail” (Por qué fallan las naciones), el libro que Daren Acemoglu y James A. Robinson escribieron en conjunto y que publicaron en 2012.
El año pasado, de la misma forma, me topé con el libro de “Power and Progress; Our Thousand-Year Struggle Over Technology and Prosperity” (Poder y progreso, nuestro conflicto de mil años sobre la tecnología y la prosperidad). En esta ocasión no participó Robinson. Fue Simon Johnson quien acompañó a Daren Acemoglu en esta publicación.
Ambos libros dejaron una profunda impresión en mí.
En conjunto me permitieron dar explicación a muchos de los vicios que, como sociedad, usos y abusos que cargamos, que deseamos y aprovechamos cuando la ocasión nos favorece: una explicación contraintuitiva de la razón por la que México ha desaprovechado la vecindad con el motor tecnológico, económico y bélico del mundo, y la recurrente necesidad que tenemos de promover al cacique en turno y la disciplinada corte que le rodea, a quienes “les hizo justicia la Revolución (o la Transformación)”, quienes no pueden evitar convertirse en lo mismo que aquellos a quienes derrocaron.
La tesis es muy sencilla: las instituciones sociales y de gobierno, heredadas del colonialismo, son extractivas; extraen valor de la sociedad y lo llevan hacia las élites. Estas instituciones, al extraer valor, evitan el desarrollo del potencial personal, limitan la competencia, inhiben la destrucción creativa schumpeteriana, y, por lo tanto, la creación de valor en las naciones.
La innovación y el desarrollo tecnológico, por su parte, teniendo la capacidad de generar bienestar para grandes grupos poblacionales, al no ser regulado, genera monopolios y oligopolios que, por sí mismos, se convierten en instituciones extractivas, precipitando y acrecentando una enorme diferencia entre grupos poblacionales y, por consecuencia, entre naciones.
El salto exponencial que le dio a la humanidad la revolución industrial, que trajo grandes beneficios, pero hizo obsoletos a gremios completos, marcó, para el siglo XX, un abismo entre el primer y el tercer mundo, entre países desarrollados y subdesarrollados. Comparativamente, sería una migaja ante lo que promete el desarrollo de la inteligencia artificial y la digitalización.
Los tres galardonados, sustentan estas tesis en una gran cantidad de
estudios y publicaciones. Entre los tres, Acemoglu, Johnson y Robinson, construyen una historia que nos permite analizar lo que no estamos corrigendo en el presente y a lo que debemos de poner más atención en el futuro.
Para mí, la lectura de “Why Nations Fail” y “Power and Progress” fue fluida y placentera; me cautivó en cada párrafo y capítulo, me fue guiando a entender muchas cosas y clarificar muchas dudas. Aun cuando, honestamente, me dejó muchas preguntas más.
Una de las dudas que más consumió mi pensamiento y que fue resuelta con la sorpresa de ver que se les otorgaba el premio Nobel de economía es, si las ideas que adopté de estos textos, las reflexiones que tuve, las veces que los usé como referencia y las decisiones que tomé considerándolos eran solamente conjeturas y teorías de humo o tienen un sustento sólido.
Pero la sorpresa invaluable es el momento en que se les reconoce su contribución: Un momento en que México reina la confusión.
En la retórica, la transformación que México está viviendo, pareciera ser sustentada en muchos de los postulados de los galardonados: la libertad, la igualdad y la oportunidad para todos. El dogma que el oficialismo nos cuenta es de poner reversa a siglos de extraer valor a la sociedad: Por el bien de todos, primero los pobres, no puede haber pueblo pobre con gobierno rico, con el pueblo todo, sin el pueblo nada y tantos más eslóganes que nos machacan día a día.
En realidad, lo que demuestra es el uso irreflexivo del poder para destruir las instituciones que equilibran el poder, el surgimiento de una nueva élite que, más que usar (extraer) recursos discrecionalmente, se envuelve en un manto de santidad, indignos de rendir cuentas y demostrar que hablan con la verdad.
¡Qué fuerte llamado a la reflexión nos lanza este premio! Un inevitable llamado a la acción.