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Domingo 24 de Noviembre del 2024 01:40 hrs

La aspiración laboral de los mexicanos es ser… ¿Youtuber?

La aspiración laboral de los mexicanos es ser… ¿Youtuber? El mapa planteado por Remitly explica únicamente que basa su premisa en las búsquedas realizadas en Google, mientras que los resultados continúan desatando polémica y exhiben más profundidad en el tema del aspiracionismo laboral ante la desigualdad.

Ante la difusión a nivel global de un estudio realizado por la empresa de servicios financieros Remitly, la reflexión sobre por qué buscan ser influencers o youtubers en el país, Centroamérica y América Latina oculta un problema más que aspiracional

Saltillo, Coah.- Inicio con este trabajo con una reflexión personal: en los años 90, al menos 30 años atrás, era frecuente escuchar que las niñas y niños de México soñaban con ser médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, veterinarios, dentistas, cirujanos, y un sinfín de profesiones vinculadas a la universidad y a un programa vocacional que reconocía la necesidad de contar con profesionistas de todos estos ámbitos que formaban parte de la sociedad y le daban a uno el reconocimiento y el estatus de haberse superado y estar un paso más de alcanzar el éxito y la realización social.
Diez años más tarde llegó de forma masificada la tecnología y su primera curva de avances, la revolución provocada por la internet –sí, ese que funcionaba con un teléfono conectado y chirriaba a más no poder- y los teléfonos celulares, que “al encogerse” en sus proporciones se convirtieron en verdaderos dispositivos portátiles que agilizaron la comunicación y mostraron una nueva realidad. 
En esos años, muchos pensaban que aprender inglés y computación serían las puertas para abrir el futuro como una envoltura que albergaba al éxito de estar vigente, actualizado y en la modernidad.
Hace 10 años, en un periodo oscuro para México los medios dieron a conocer con horror que cada vez era más frecuente que los niños y jóvenes del país aseguraran que no querían estudiar una carrera, o continuar con sus estudios después de la secundaria porque “en la escuela no hay nada atractivo para aprender”, ya que en contraste, pensaban que la vida como integrante del crimen organizado, como sicario o “halcón” era mucho más rentable.
Este pensamiento demostró que el problema no se trataba con qué iba a hacer la juventud, sino con las ganas y el deseo de obtener recursos rápido, salir de la pobreza, abandonar las carencias y disfrutar a manos llenas y vivir en un dispendio, sin importar que  el tiempo que lo hicieran fuera mínimo, o que simplemente terminara en una emboscada o en un incidente armado, con tortura y que les costara la vida.

LA REALIDAD ASPIRACIONAL VS EL RESTO DEL MUNDO
¿Por qué inicio con estas palabras y esa reflexión personal? Justo porque 30 años después, nos encontramos con procesos que evidencian un problema grave aspiracional en el país. En México ya no se quiere ser profesionista, técnico, ni hablar de ser emprendedor y producir un negocio propio, bueno, eso un poco, puesto que ahora el emprendedurismo de toda una nación le apuesta a lo digital.
De acuerdo con un estudio de la empresa de servicios financieros Remitly –albergado en redes sociales como un gráfico que exhibe las aspiraciones y trabajos soñados de la población con base en sus búsquedas de Google- la profesión soñada o el trabajo ideal de los mexicanos es convertirse en un “youtuber” o ser un “influencer” para obtener recursos y ser un ideal de referente entre los líderes de opinión.
En contraste con otras zonas desarrolladas del mundo como Estados Unidos y Europa, donde las profesiones van desde piloto, abogado, desarrollador o programador, profesor e incluso escritor, el modelo aspiracional en América Latina al menos no está ligado aparentemente a la enseñanza o la profesionalización, ya que lo que los jóvenes buscan o sueñan es un trabajo “donde aparentemente no se tiene que trabajar”, aunque en la realidad ser un influencer o desarrollador de contenido requiere de una profesionalización, conocimiento y desarrollo de estrategias para conocer a tu audiencia y producir el impacto determinado.

EL PROBLEMA DE FONDO
El mapeo por sí mismo no refleja una problemática, incluso, demuestra que existe una correlación regional entre los países vecinos de México con la elección de esa “profesión”. La juventud de varios países de Centroamérica y América Latina en su constitución general le apuestan al mismo perfil.
Sueñan con ser “youtubers”, ser parte de esa camarilla de unos cuantos populares, y hablar de contenido como videojuegos, espectáculos o política; tener un Onlyfans con una cuenta abultada de clientes que les pague por lo que exhiben de sí mismos; ser reconocidos por sus podcast o proezas al hablar de algún contenido o tener un invitado de la farándula como especial, y que esto les de las ansiadas millones de reproducciones necesarias para ganar dinero “sin trabajar”, porque aparentemente la creencia popular es exactamente esa: que ser “influencer” es una forma rápida de hacer dinero y “vivir bien”.
Y esto sin importar otros estudios como el del IMCO, que presentó que en el país sólo cuatro carreras predominaban en el ejercicio de contratación: administración de empresas; ingeniería industrial; Derecho y Enfermería, la realidad es que cada vez más jóvenes están interesados en no trabajar para alguien o integrarse al mercado laboral, ya que no en su mayoría no creen en estas estructuras.

LA GRAN MENTIRA LABORAL Y SU DESILUSIÓN
Usando este concepto de las redes sociales y su “burbuja” productiva, en un mundo donde la realidad laboral son desempleo, crisis, salarios de hambre y una desigualdad que además termina de pulverizar el concepto de “meritocracia”, al reflejar que la corrupción de la región latinoamericana impide obtener avances notables de movilidad social, se perfila una problemática mayor: las nuevas generaciones ya no quieren trabajar en las empresas.
Aparentemente, este problema real que incluso se puede advertir desde 2014 en México tras la reforma educativa, donde la Secretaría de Educación se vio obligada a redefinir el perfil de egreso ante el poco interés de la población por avanzar en sus estudios de bachillerato o universidad al no considerarlos importantes para ganar dinero, se exhibe una realidad cada vez más presente en el país: la visión del profesionista emergido de la “cultura del esfuerzo” para alcanzar sus metas no sólo es obsoleta, sino que además, es insultante.
¿A qué me refiero con esto? A que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado del INEGI sobre la movilidad social intergeneracional, es decir, lo que una generación crece y se desarrolla económicamente para superar a sus padres en poder adquisitivo, 45.7 por ciento aseguró que es similar o menor a sus padres en cuanto a logros educativos; 70.6 aseguraron que hubo más logros laborales y escalaron más que sus padres, pero sólo 52.2 por ciento reiteró que su nivel de vida realmente era mayor que el de sus padres.
En contraste, la cifra negativa del ENBIARE de INEGI advierte que sobre el acceso a un patrimonio, poder comprar casa, automóvil y asegurar una curva de bienestar económico, 50.9 por ciento aseguró que la tendencia era tener menos que lo que lograron sus padres, mientras el fantasma de la movilidad social anquilosada se convierte en una constante.

AUNQUE TRABAJEN NO TIENEN ACCESO A PRESTACIONES
Por otro lado, de acuerdo con datos de la ENOE 2021 del INEGI, con corte al último trimestre de 2021, y sin importar el crecimiento laboral en el país traído por la reactivación económica, una de las problemáticas es que más de 14 millones de trabajadores formales no tienen prestaciones, casi 16 millones o 15.8 millones de trabajadores tienen algunas prestaciones otorgadas a modo por sus empleadores, así como que 7 millones cuentan con las prestaciones en su totalidad, esto sin dejar atrás que esas prestaciones son el acceso al Seguro Social y al Infonavit. Nada más.
En contraste con el sector formal, que representaba al cierre de 2022 a 45.1 por ciento de la población, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), ya que la mayoría de los mexicanos trabaja en el sector informal –es decir, que no trabaja como asalariado ni cuenta con acceso a seguridad social o prestaciones de ley o se dedica a la venta de productos, cuenta con negocio propio o tiene otras formas de ingreso-.

‘8 HORAS DE MI VIDA VALEN 200 PESOS’
Pero más allá de datos oficiales es común observar que las y los jóvenes lo advierten en redes sociales con una frase: “ocho horas de mi vida, valen 200 pesos, o lo mismo que un pollo asado”, esto ante las precariedades laborales y los salarios, puesto que sólo 6.7 por ciento de la población ganaba 10 mil pesos o más en 2021, o que en 2022 el salario mínimo fuera de 6 mil 310 pesos para iniciar 2023, cuando la redistribución social del INEGI establece que para formar parte de la clase baja del país se debe ganar en promedio 11 mil 343 pesos o casi el doble de lo que se da cómo mínimo.
Y qué decir de la clase media, si consideramos que el tabulador que la establece señala que los ingresos deberían ser de 22 mil 297 pesos. Entonces, la problemática social referida exhibe cómo la brecha de desigualdad del país no consigue estrecharse con el desarrollo laboral, por lo que los jóvenes pierden la motivación de integrarse a este mercado.
Para ampliar los datos obtenidos en México con referentes globales, de acuerdo con datos de PriceWaterhouseCoopers, una de las firmas de auditoría más importantes del mundo, los nacidos entre 1981 y 1995, los llamados “Millenials”, experimentan una realidad en donde 85 por ciento no tiene recursos para jubilarse, 81 por ciento también tiene una deuda a largo plazo, 31 por ciento solicita créditos para poder hacerse de un patrimonio, y sólo 24 por ciento posee conceptos de educación financiera básica.
En contraste con sus sucesores en el ámbito productivo, los nacidos entre 1995 y 2005, los llamados “Centenials”, representan al 28 por ciento de la población en el país y al menos 13 millones ya forman parte de la población económicamente activa, aunque 38 por ciento sigue recibiendo dinero de sus padres, y sí, entre sus datos más singulares es que 50 por ciento de ellos pasa al menos 5 horas detrás del celular, 94 por ciento de ellos usan Youtube para aprender, entretenerse e informarse.
Además, estas nuevas generaciones están conscientes de la desigualdad. Un ejemplo notable es que México es un país de los que más jornadas y horas laborales destina, pero genera poco. Un ejemplo es que en el país se trabaja un promedio de 41 a 48 horas por semana de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos OCDE, los cuales generan 20.6 dólares por cada obra trabajada. 
En contraste con Alemania, los trabajadores de este país europeo y considerado de primer mundo trabajan 26 horas por semana y producen 58.7 dólares, por lo que se refleja también la inviabilidad en América Latina de que “la cultura del esfuerzo” resuelve las necesidades aspiracionales.

REDES: ¿EN REALIDAD SON EL FUTURO?
A pesar de la polémica y de los datos duros que refleja este tema desatado por el mapa de Remitly, una realidad es que la generación y producción de contenidos, el uso de plataformas de streaming y el desarrollo de perfiles y plataformas para la difusión de contenido está evolucionando y generando su propia respuesta con el sentir de esa generación que será el futuro laboral.
Otro ejemplo es que esta predominancia está reflejada por las redes y sus plataformas, por lo que en un futuro no será descartable esta situación. De acuerdo por un gráfico publicado por Lori Lewis en Statista, al término de 2021, en un minuto se gasta 1.6 millones de dólares online, sin dejar atrás que existen 500 horas de videos subidos por Youtube, o que existen más de 28 mil sucriptores de Netflix viendo contenido.
El ejemplo es reiterativo en el resto de las aplicaciones. Tik Tok genera un promedio de 5 mil descargas; en Instagram se generan más de 695 mil historias o 2 millones de “swipes” o barridos en la aplicación Tinder, eso sin dejar de largo que para 2023, Tik Tok ya cuenta con mil 700 millones de usuarios, y comienza a desplazar a otras redes como Instagram, Snapchat o Twitter.
Sin embargo, de acuerdo con la consultora de Marketing Digital, Serna Group, para 2023 las tendencias van enfocadas a un marketing omnicanal, es decir el uso de las marcas de múltiples plataformas con diverso contenido para promocionarse, a la par de que existe la realidad aumentada como una forma diferente de presentar los productos y servicios, al crear experiencias y que esto sea lo que enganche al consumidor.
Otra de las expectativas es el Metaverso, puesto que los espacios de realidad virtual se convertirán en referentes comerciales, y dentro de esta perspectiva, se plantea que el SEO local, o el uso de motores de búsqueda para posicionar a marcas, junto con el influencer marketing o el uso de personajes para posicionar productos sea cada vez más utilizado por las grandes marcas y emporios comerciales. (Con información de Remitly, INEGI, IMCO, OIT, OCDE, Universidad Iberoamericana, Amazing Maps, Emprendedor.com, PWC, Mamá: quiero ser sicario)







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