Opinión
Domingo 22 de Diciembre del 2024 05:06 hrs

Pantalla

Inocente o culpable - Parte I


El guión está muy bien estructurado y nos mantiene como espectadores tratando de encontrar explicaciones y cabos sueltos a los acontecimientos antes y después de la muerte de Samuel, donde el personaje clave es el hijo Daniel.

Una mujer acusada de haber asesinado a su marido, un hombre enviado ilegalmente a prisión defendido por una abogada activista y un padre que cree en la inocencia de su hija que está recluida en una prisión francesa son las tres historias que nos cuentan las películas Anatomía de una caída, El mauritano y Stillwater: Cuestión de sangre.

Estas cintas son solo una muestra de producciones recientes que giran en torno a personajes que son sujetos al escrutinio de la justicia y que se ven envueltos en situaciones que los llevan a enfrentar al sistema judicial. Las tres películas están bastante bien escritas y realizadas, de forma tal que con tramas muy bien estructuradas, logran mantener la atención completa del espectador. En esas películas, no hay tiempo para distracciones porque se pierde el detalle y el hilo de la historia.

Anatomía de una caída se centra en una familia integrada por el esposo, la esposa y un niño de 11 años con discapacidad visual, prácticamente ciego. Ella -Sandra- es alemana y él -Samuel- es francés, pero ambos son escritores y viven en una casa alejada cerca de la ciudad de Grenoble, Francia, Un día, el hijo -Daniel- regresa a casa después de dar un paseo con su perro de nombre Messi y encuentra muerto a su padre tirado sobre la nieve.

De ese fatídico incidente se desarrolla una muy interesante y bien armada trama que se conduce primero como un caso policial y luego con un juicio para tratar de dilucidar si Samuel se suicidó al lanzarse al vacío desde el tercer piso de su casa -el ático en realidad- donde se encontraba trabajando antes de que Daniel lo encontrara muerto, o bien si Sandra, su esposa, lo mató.

Sandra, acusada de homicidio, contrata a un abogado conocido suyo para que la defienda y la fiscalía francesa sigue el caso de oficio y lleva a cabo un juicio donde el fiscal, muy inquisitivo por cierto, trata de probar que Sandra mató a su esposo, donde el único “testigo” cercano a los hechos sobre lo que pasó, es Daniel, el hijo ciego.

El guión está muy bien estructurado y nos mantiene como espectadores tratando de encontrar explicaciones y cabos sueltos a los acontecimientos antes y después de la muerte de Samuel, donde el personaje clave es el hijo Daniel.

Es tan bueno el guión, que le valió ganar el Oscar a Mejor Guión Original escrito por la directora de la cinta, la francesa Justine Triet junto con su esposo Arthur Harari, y como curiosidad, ambos son escritores y directores de cine, que podrían compartir similitudes con los personajes de ficción de la película Anatomía de una caída.

La película tiene un gran acierto con un final totalmente abierto y ambiguo. Termina la película sin saber si la muerte de Samuel fue por homicidio o por suicidio. Si la pareja se llevaba bien o no. Si ella miente e incluso si Daniel, el hijo, miente. Pero lo mejor de ese final ambiguo es que funciona y deja contento al espectador. Es un final feliz sin serlo.

En entrevista, la directora Justine Triet, quien también ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes por Anatomía de una caída, dice que “la complejidad de las relaciones de pareja es algo que le intriga. Es más, cree que es un tema que fascina a todos, que es más bien un interés universal”. Y es que de eso va la película, de la relación de la pareja con un final trágico donde la mujer continúa con su vida junto a su hijo, y solo ella y ella solamente sabrá si mató a su esposo, o bien, si él se suicidó. Sin duda, cada espectador sacará sus propias conclusiones.

Anatomía de una caída ya está disponible en la plataforma de Prime Vídeo de Amazon, y en vista de que si continuó con la reseña de las otras dos cintas que mencioné al inicio de este artículo: El mauritano y Stillwater: Cuestión de sangre, esta reseña quedaría demasiado larga, mejor lo haré en una segunda entrega la próxima semana.






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