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Miercoles 27 de Noviembre del 2024 11:58 hrs

Impactó covid-19 al campo, al estado de derecho y a la salud mental

Impactó covid-19 al campo, al estado de derecho y a la salud mental A partir de las reflexiones de este libro, surgen tres desafíos que el Estado debe asumir hacia las comunidades rurales: en primera instancia procurar que retornen a sus actividades colectivas.

Exhiben tomos 3,4 y 5 de la colección ‘La década COVID en México’ de la UNAM, donde colaboraron 300 autores para exponer los grados de afectación sociales, laborales, económicos y religiosos que vivió el país y el mundo de 2020 a 2023

Ciudad de México.- La pandemia del COVID-19 dañó de manera desigual a los mexicanos, particularmente a casi 25 millones de personas que conforman las poblaciones rurales en nuestro país, quienes experimentaron problemáticas sociales, laborales, económicas y religiosas distintas a las vividas en las grandes ciudades.
Este fenómeno es estudiado a través del libro titulado Afectaciones de la pandemia a las poblaciones rurales en México, coordinado por Hernán Salas Quintanal, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional. Es el tomo 3 (de 15) del seminario “La década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”.
Como parte de las conclusiones, Hernán Salas exhorta a fortalecer los lazos comunitarios o el tejido social. “Estas redes sociales que se crean en las poblaciones rurales, que son redes que se extienden a la ciudad, incluso a veces se extienden fuera del país, son muy importantes porque por esas redes circuló la información que ellos necesitaban para cuidarse”.
Los autores esperan que esta obra sea un llamado de atención que todavía México, como otros países, tiene población fuera de la ciudad, de la cual hay que preocuparse en términos de mejorar y aumentar los servicios y los trabajos. “México no es solamente la Ciudad de México, no es solamente las grandes ciudades, hay mucha población fuera que queremos visibilizar”.

UNA PANDEMIA QUE SE ENSAÑÓ CON LOS MÁS  VULNERABLES
Como uno de los hallazgos principales advierten que una de las afectaciones por la pandemia para las poblaciones vulnerables fue de orden económico, ya que se interrumpieron sus actividades laborales.
El segundo problema corresponde a la salud, debido a que enfrentaron solas o solos las enfermedades, sin información o recursos necesarios. Además, “tuvieron que seguir trabajando y es probable que eso los haya puesto en una situación de mayor vulnerabilidad”.
Este panorama generó que construyeran una cultura del autocuidado. “La gente desarrolló un gran proceso de autocuidado, porque muchas de estas poblaciones quedaron un poco al margen del apoyo y de la protección del Estado”.
Otro reto fue de orden educativo, cuando la educación virtual que se propuso en las grandes ciudades para subsanar la crisis educativa no fue aplicable en las poblaciones rurales. “Hay que poner atención muy fuerte en la infancia y en la juventud, sobre todo el tema educativo en lugares donde no llega bien internet, donde no podemos confiar en la digitalización o en la virtualidad de los programas educativos”.
A partir de las reflexiones de este libro, surgen tres desafíos que el Estado debe asumir hacia las comunidades rurales: en primera instancia procurar que retornen a sus actividades colectivas. “El tema emocional es muy importante para que las comunidades retomen su vida colectiva, comunitaria, espiritual o religiosa, como la queramos llamar, que se vuelvan a reunir”.
El segundo consiste en recuperar la confianza hacia el Estado, “porque en algunas poblaciones quedaron muy vulneradas, o quizás, podríamos decir, hasta muy molestas con todo lo que sucedió, con cómo fueron tratados y hay desconfianza”.
El tercero es el apoyo económico, el cual es fundamental: reabrir mercados, movilizar recursos, ayudar y colaborar a reactivar la producción alimentaria no sólo para esas poblaciones, sino para todo el país.
El libro termina con un problema que es fundamental: el tema alimentario, su distribución, producción y consumo en la pandemia, pero también cómo esta es consecuencia de la manera en que la humanidad se ha alimentado en las últimas décadas, concluyó Hernán Salas, quien coordinó la obra junto con la investigadora Ana Bella Pérez Castro.

LOS DAÑOS AL ESTADO DE DERECHO PROVOCARON DECISIONES POLÉMICAS EN EL MUNDO
Pedro Salazar Ugarte y María Guadalupe Salmorán Villar, investigadores del Instituto de Investigaciones Jurídicas, de la UNAM, coordinaron el Tomo 4 Estado de derecho, de la colección universitaria “La década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”, que consta de 15 volúmenes.
En entrevista, Salazar Ugarte mencionó que en el libro se siguieron cinco ejes temáticos: derechos humanos, controles constitucionales, federalismo, procesos electorales 20-21 y militarización.
Afirmó que la pandemia afectó al Estado de derecho en dos sentidos: el tema de la garantía, protección, respeto y promoción de las prerrogativas inalienables: a la salud; a la libertad de expresión; y también de acceso a la información estuvo limitada, afectada o restringida.
En contextos de emergencia, situaciones excepcionales, por catástrofes o calamidades como la que vivimos, suele suceder, y no sólo en México, que el Poder Ejecutivo concentre mayor cantidad de poderes que el Legislativo y el Judicial, y en esa medida se rompe el equilibrio de contrapesos.
En el caso mexicano durante varios meses -al inicio de la pandemia- las decisiones que se adoptaron fueron prácticamente unilaterales a cargo del gobierno nacional, con lo que afectó la relación de contrapeso con el Legislativo y el Judicial.
“Recordemos que el Poder Legislativo no legisló durante largos meses y que el Poder Judicial no pudo abrir siquiera sus oficinas y juzgados a nivel nacional. Bueno, ese pasmo, sin duda, tuvo afectaciones al Estado de derecho, de las cuales todavía hoy seguimos sintiendo sus consecuencias”, manifestó.
El impacto al derecho a la salud se mostró en que algunas personas perdieron familiares, otras tuvieron afectaciones de las cuales tendrán secuelas el resto de su existencia. “Creo que ese es un tema de la máxima relevancia”. No fue debidamente garantizado para miles de ciudadanos, quizá millones, y tampoco lo fue de la misma manera para todas y para todos.
En cuanto a la educación, tan importante pensando en nuestra Universidad y, en general, en los centros educativos del país, hay profunda desigualdad en los mecanismos y maneras en las que las personas, sobre todo las más jóvenes, pudieron acceder a esta garantía, lo cual también tendrá efecto en sus vidas futuras. Este es el tercer eje temático del que en la colección hay algunos tomos dedicados al tópico.
Al referirse a la militarización subrayó el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública y en diversos ámbitos de la vida, y de la gestión de las políticas públicas nacionales.
En relación con lo que se debe hacer para garantizar que el Estado de derecho se mantenga durante la pandemia, afirmó que paulatinamente se han regularizado los mecanismos de contrapeso de poderes. Son razones de carácter político las que han dificultado el buen funcionamiento del Estado constitucional en ese sentido.
“Creo que es un momento en el cual debemos reconocer y hacer un llamado a un Poder Judicial más presente y más garante de los derechos de las personas; también deberíamos hacer un llamado al Poder Legislativo para que, más allá de las fuerzas políticas y de las corrientes y equilibrios y mayorías coyunturales, haya una participación mucho más activa en la legislación y generación de marcos normativos, ya no quizá para esta pandemia, sino para prevenir y contar con mecanismos para posibles, previsibles y, esperemos, no cercanas pandemias en el futuro”, expresó.
Lo más importante, acotó: debemos tomar decisiones en las distintas instancias e instituciones en las que estamos para de alguna manera compensar, corregir y enderezar las afectaciones a las garantías fundamentales de miles de personas que quedaron afectadas.
Durante la pandemia, abundó, el mundo se vio afectado, sorprendido y en la necesidad de tomar decisiones, algunas muy polémicas, como en China, otras muy complicadas, como las que determinaron algunas naciones europeas en las primeras etapas. Vivimos momentos trágicos en países de Latinoamérica, pero incluso dentro de nuestro país es difícil hacer una evaluación homogénea y generalizada.
Creo que la colección La década COVID en México, de la cual el volumen que he coordinado con la doctora Salmorán, da buena cuenta de que enfrentar el tema tiene que ver con las diversidades al interior del país, entre las naciones y entre las regiones globales, finalizó el académico.

LA SALUD MENTAL: ENTRE LA AFECTIVIDAD, EL ESTRÉS Y LA RESILIENCIA SANITARIAS
La profesora emérita de la Facultad de Psicología, de la UNAM, Emilia Lucio y Gómez Maqueo, comentó en entrevista algunos de los aspectos esenciales del volumen 5, coordinado por María Elena Medina-Mora, directora de esa entidad académica; y Olbeth Hansberg Torres, de la Facultad de Filosofía y Letras.
La profesora Lucio y Gómez Maqueo mencionó que esta obra “recoge aportaciones tanto de la psicología como de la filosofía, lo cual me parece una idea muy importante”.
Este libro -que forma parte de los 15 tomos del seminario “La década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”- aborda las alteraciones a la salud mental, cómo tratarlas y, algo muy esencial, la atención a distancia que, se pensaba, no se podía ofrecer, explicó la académica.
Indudablemente, prosiguió, la pandemia afectó a la salud mental de quienes se enfermaron; los que desgraciadamente fallecieron también sufrieron problemas psicológicos, además de los físicos, miedo terrible a la muerte, ansiedad y depresión. Los que no se enfermaron, en el confinamiento vivieron con estrés notorio, algo no enfrentado en una dimensión así.
“Antes tuvimos una epidemia de influenza que fue un factor de estrés, pero no se compara. Las medidas, a veces extremas, que se tuvieron que tomar y la falta de estrategias para lidiar con este confinamiento no ayudó, porque no estábamos preparados para eso”, recordó.
Agregó que hubo situaciones que podíamos haber realizado aún en el aislamiento y nos habrían hecho sentir mejor. Aunque en la mayoría de las personas la salud mental se vio afectada, algunas se adaptaron siendo creativas. “Pero eso también dependía de las facilidades que tenían en sus domicilios”.
Lucio y Gómez Maqueo consideró que algo positivo del problema de la salud mental fue darnos cuenta que podemos tomar acciones para mejorarla; nos hizo muy visibles a los psicólogos, y creo que en estas condiciones siempre hay un reto que se puede superar.
Más adelante externó: “Por otra parte, la pandemia hizo que brotaran cosas que normalmente no se veían tanto, pero que ya estaban. Por ejemplo, se incrementó muchísimo la violencia doméstica, porque para algunas personas convivir todo el día en un espacio muy pequeño era algo que no hacían, cada miembro de la familia tenía su vida aparte y eso impedía los conflictos”.
También aumentó la ideación suicida, sobre todo en los adolescentes, y creo que tiene que ver con una depresión por no saber qué va a pasar, hacia dónde va el mundo, cuándo voy a salir de esto. Eso también incrementó la ansiedad, explicó la académica.
Había gente que vivía tranquilamente y de repente se enfrentó a esto, perdió su trabajo, algún familiar; hubo adolescentes que se quedaron sin sus padres en unos días. “No estoy diciendo algo que haya leído, sino algo que he compartido con algunas personas”, señaló.

DEBEMOS RETOMAR ACCIONES PARA MEJORAR LA ATENCIÓN A LA SALUD MENTAL
Para la académica, con la pandemia se elevó el número de consultas al psicólogo, las personas empezaron a hablar más de sus problemas y se dieron cuenta que no eran caso único o aislado, sino que compartían situaciones con el vecino, con el compañero de trabajo, con alguien de su familia; se percataron que no tenían que esconder lo que sentían.
Permitió también que acudir con un psicólogo no se estigmatizara, que no se considerara como algo malo, sino como la ayuda que todos podemos necesitar. Y la UNAM ofreció diversos servicios. Hubo una gran movilización de sus psicólogos.
Numerosas personas creativas y fuertes se enfrentaron a la pandemia de diferentes maneras: por ejemplo, adolescentes, y no pocos adultos, reforzaron sus redes sociales y amistades de manera virtual.
Creo que una parte de la resiliencia tiene que ver con que hayamos podido valorar las cosas que tenemos y que podemos disfrutar, aunque sean muy pequeñas: cocinar, degustar de la comida, quizá algunas personas saborearon una sopa instantánea, pero en ese momento en casa.
La universitaria detalló sobre la resiliencia: nos dimos cuenta que no necesitamos tanto, que podemos ser felices con menos; recordemos que hace 40 años la vida era muy diferente, teníamos mucho menos exigencias que las que tienen ahora los adolescentes.
La otra parte del libro es la filosófica, es decir, de que las cosas no son en blanco y negro, que podemos fortalecernos con una pandemia, aunque suene difícil, porque es un reto que podemos superar y creo que muchos lo hicimos en sociedad, aclaró.
La colección se puede consultar en: https://decadacovid.humanidades.unam.mx/
 







OPINION

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