Opinión
Miercoles 18 de Septiembre del 2024 08:20 hrs

Honestidad Valiente


Ahora como en esos antiguos tiempos, la historia se repetirá, México se reconstruirá, no será por el emperador, ni por los partidos que le dieron vida. Es la sociedad valiente, con verdadera honestidad, quien lo hará.

Por muchos años Andrés Manuel usó la frase “Honestidad Valiente” como grito de guerra. 

Lo de valiente no hay duda: se ha atrevido a cosas que la mayoría no consideraríamos en nuestros más oscuros sueños. Podríamos argumentar que ha sido irreflexivo, que se aventó como el Borras a muchas de sus aventuras, pero el resultado le favorece. No sabemos si fue la perseverancia, necedad o mera suerte de estar en el momento y lugar lo que lo llevarán a pasar a la historia como uno de los presidentes que acumuló mayor poder. De eso, ya no queda duda alguna. 

El Presidente saliente ha demostrado ser especialmente valiente en manipular la realidad para lograr sus objetivos. Ha construido una carrera política hasta la cima del poder pregonando mentiras y tergiversando la realidad.  No ha tenido empacho en difundir falsedades y permitir que sus leales las difundan sin pudor.  

En sus propios ojos, sin embargo, él no ha sido menos que completamente honesto. Dentro de esa auto concebida honestidad, reconoce que no se puede ser completamente honrado: “En la política hay que optar entre inconvenientes y es buscar el equilibrio entre la eficacia y los principios” aceptó el 11 de septiembre pasado después de hacer lujo de abusos y excesos para la aprobación “oportuna” de la reforma judicial. 

En pocas palabras el fin justifica los medios. 

Nos queda preguntarnos si, en el proceso de justificar los medios que se usan, no se atropella el fin que se persigue, desfigurándolo a tal grado, que queda desvirtuado.

La respuesta a esta pregunta nos la puede contestar la forma en que termina el sexenio de López Obrador; el fin que ha perseguido se está logrando, la transformación de la vida pública, su Cuarta Transformación, avanza hacia el próximo sexenio, ya sin contratiempos. 

Su “Honestidad” está intacta. Para él y su movimiento no hay truco, no hay mentira. No mintieron ni engañaron porque él fin siempre estuvo dicho. De alguna forma, también se pueden llamar honestos porque expusieron y evidenciaron el cochinero que es, y ha sido, la política mexicana, que cuenta con niveles de corrupción e ineficacia excepcionales.

No es culpa de la democracia, sin embargo, la recientemente estrenada e incipiente democracia mexicana no logró resolver los principales males que aquejan a la población, los gobiernos de la transición se alejaron de la sociedad y la competencia electoral se redujo a estructuras clientelares mientras las cúpulas partidistas se sirvieron de la población, sin servir al pueblo. 

Morena utilizó este sistema, el sistema que crearon PRI, PAN y PRD durante la transición democrática para llegar al poder. No solo la estructura formal legal, también la estructura clientelar, cupular y corrupta que sus miembros aprendieron de la, ahora, oposición.

Ya en el poder, en el ejercicio de gobierno, durante el sexenio que termina, usó el mismo sistema, las mismas formas, los mismos vicios del sistema que se propuso cambiar, para acumular poder. 

López Obrador convirtió la desigualdad que heredó en polarización. Uso técnicas de jiujitsu en su contra, sus propias fuerzas, llaves y candados, para socavarlos aún más y destruirlos.  Las mismas fechorías, en la oposición moralmente intolerables, en el oficialismo una muestra de honestidad.

Son una burla los intentos de Marko de ser honestos, abriendo las cartas de sus negociaciones en lo oscurito, cuando el Presidente y sus allegados: Monreal, Adán Augusto, Rocha y otros tantos pueden hasta burlarse de sus propios cochupos. Que decir de los tocados por el halo purificador de la 4T: los Yunes, Corral, Bartlett y tantos más ladrones que, actuando de la misma forma, milagrosamente se convierten en puros al transicionar. 

El espectáculo de la reforma al poder judicial solo fue más de lo mismo, todo junto, multiplicado por la borrachera de los excesos que la sociedad ha tolerado por muchas décadas. 

En los ojos de López Obrador un galardón suficiente para quién al puro estilo de emperador Nerón, con su honestidad valiente incendió México mientras el observa desde su palacio tranquilo, viendo al país consumirse en llamas. 

Ahora como en esos antiguos tiempos, la historia se repetirá, México se reconstruirá, no será por el emperador, ni por los partidos que le dieron vida. Es la sociedad valiente, con verdadera honestidad, quien lo hará. 






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