Opinión
Domingo 22 de Diciembre del 2024 05:54 hrs

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Graznan Como Patos


Casos alarmantes de presunta corrupción siguen sin ser ya no digamos castigados, sino mínimamente explicados. Se promueve un discurso anticorrupción que no logra sostenerse

Las sombras de corrupción sobre las gestiones de Santiago Nieto y de Alejandro Gertz Manero, conocidas ahora a raíz del destape de sus enormes riquezas patrimoniales y sus dudosas operaciones financieras, son gravísimas en todos los sentidos para la vida pública del país.

En principio, las revelaciones dan al traste con todo el discurso oficial de la Cuarta Transformación y su lucha contra la descomposición de un sistema construido a través de complejos entramados de complicidades por los regímenes del pasado. Hablamos del sistema, corrupto hasta la saciedad, heredado por el PRI y el PAN.

Los casos de Nieto y Gertz subrayan una verdad de a kilo: la narrativa del actual gobierno es sólo una bandera ideológica más que una estrategia de Estado para dar la batalla al problema más grave de los últimos sexenios: la corrupción que alcanzó niveles inimaginables el sexenio pasado.

Esa lucha del presidente López Obrador y su gobierno no da resultados. Persisten los contratos ocultos, las designaciones directas, las operaciones fraudulentas y la falta de transparencia. Como las del pasado, las truculencias actuales se toleran como si fueran incidentes menores, anécdotas o daños colaterales de la construcción de un nuevo régimen. Las fortunas vinculadas a colaboradores y parientes del presidente López Obrador, los pagos en efectivo en maquinaciones sombrías y las fábricas de chocolate están en pie, vivitas y coleando.

Casos alarmantes de presunta corrupción siguen sin ser ya no digamos castigados, sino mínimamente explicados. Se promueve un discurso anticorrupción que no logra sostenerse. Los casos de Nieto y Gertz son perturbadores, decepcionantes.

Gracias a la labor de la prensa, se sabe ahora que Nieto, ex director de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de Hacienda, acumuló en los últimos 25 meses cuatro propiedades y un auto de lujo por valor conjunto de 40 millones de pesos.

¿Cómo puede un funcionario hacerse de una riqueza tal en tan poco tiempo? Cada quien tendrá sus conclusiones. El ex titular de la UIF tiene su particularísima versión: “No hay nada que esconder. Aumentaron mis deudas, no mi patrimonio. La información del crédito mancomunado que obtuve es pública y mi esposa y yo lo estamos pagando a 20 años. Todo está declarado ante el SAT y ante la SFP”.

Hasta antes de ser despedido por López Obrador a raíz del escándalo de su suntuosa boda en Antigua, Guatemala, muy lejana a la predica de austeridad del presidente, Nieto ganaba 107 mil 358 pesos. Su esposa, consejera del INE, gana un sueldo similar.

Sin embargo, según el periódico Reforma, los créditos contratados por la pareja significarían pagos por unos 313 mil pesos al mes. Es decir, se baja el cero y no contiene.

Roberto Zamarripa, autor de la investigación periodística del caso, recuerda que en su libro “Sin Filias ni Fobias. Memorias de un Fiscal Incómodo”, Nieto, quien fuera titular de la Fiscalía de Delitos Electorales con Peña Nieto, escribió:

“El gobierno me había arrinconado. Sin dinero, sin trabajo, con deudas (yo vivía de mi sueldo de fiscal), con mis amigos desmoralizados y enfrentando acusaciones administrativas, con seis carpetas de investigación y una averiguación previa pendiente, con la preocupación por mis hijas, y con una campaña de desprestigio pagada desde la oficina de Eduardo Sánchez (entonces vocero de la Presidencia)”.

La falta de trabajo y de dinero y la acumulación de deudas aconsejarían un poco de mesura, pero, por el contrario, Nieto optó por acumular propiedades, enriquecerse y transitar de una posición de desahucio político y económico a una bonanza sin límites.

El caso de Gertz, actual Fiscal General de la República, parecería un cuento de realismo mágico: entre el 2014 y el 2015, según una investigación de El Universal, el funcionario compró 122 vehículos de lujo, en su mayoría Mercedes-Benz y un Rolls-Royce. Las adquisiciones significaron operaciones por un total de… ¡110 millones de pesos! El periódico da cuenta de otras operaciones en dólares y euros, “así como un manejo en montos millonarios en cheques y dinero en efectivo” en bancos de Estados Unidos. 

En ambos casos, lo grave no es la acumulación de la riqueza, sino las sombras a su alrededor. Nieto cocinó su opulencia a su paso por la UIF y Gertz en un pasado reciente que cada vez se torna más nebuloso.

Tanto la UIF como la Fiscalía son áreas neurálgicas, fundamentales, del sistema financiero y del sistema político.

Sería gravísimo que las instituciones encargadas de la prevención, el combate y la investigación de los delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita (lavado) y de “financiamiento al terrorismo” se hayan contaminado,  precisamente, de los delitos que presumen combatir.

¿Alguien se puede imaginar a un titular de la UIF o al Fiscal General de la República lavando dinero? Los casos de Nieto y Gertz son verdaderamente descorazonadores: parecería que todo está perdido, que la lucha contra la corrupción fracasa una y otra vez en todos los niveles y la descomposición alcanza las fibras más delicadas del gobierno.

Quisiera creer que la bonanza Nieto no ha sido más que un mal cálculo, una arrojada apuesta hacia el futuro que no salió bien y que las insultantes operaciones de Gertz y sus Mercedes-Benz no son más que producto de enredos fiscales, herencias u obsesiones personales.

Ambos casos, sin embargo, presentan evidentes signos de contaminación y desaseo. Los escándalos golpean frontalmente el discurso y los caballos de batalla de López Obrador: austeridad republicana y lucha frontal contra la corrupción.

Hay en los dos casos demasiadas dudas. Los viejos periodistas decían: “Si caminan como patos, se mueven como patos y graznan como patos, seguramente son patos”. La verdad, pareciera que éstos dos parpan como patos.

Galerín de Letras

Agradezco a los lectores que han seguido esta colaboración durante el 2021. A partir de la próxima semana haré una pausa en mis colaboración semanales. Nos leemos en el 2022. 

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