Opinión
Miercoles 27 de Noviembre del 2024 08:43 hrs

Escribiendo La Historia


Hay muchas cosas a desaprobar de la Presidenta y lo que lleva de su administración, pero hay que reconocer que contestó oportunamente, sin drama, sentimiento innecesario, ni temor

“…Llegó una noticia que demostró, otra vez, que la historia escapa al control de quienes creen escribirla” (tomado del podcast “La Invención de América del Norte” Episodio 4. Autor, Valeria Villalobos G. Nexos,2024).

El 6 de noviembre, insisto, amanecimos en un mundo nuevo. Era evidente en ese momento, aun cuando aclarará por algún tiempo más.

Como en el ajedrez, todos somos fichas: Unos con más importancia, como el Rey, la Reina, Alfiles, Caballos y Torres. Con más opciones y poder, puede moverse más libremente, retroceder y avanzar, o salirse por la lateral y buscar la diagonal. Escapar, si lo necesitan, de la desgracia personal.

La mayoría de nosotros, sin embargo, somos simples peones: podemos ir para adelante paso a pasito por la vida que se escribe desde que nacemos. Un par de veces tenemos la oportunidad de escoger movernos en diagonal, cambiar de rumbo, pero cuando la desgracia acecha, no podemos escapar. Si llegamos al final del tablero, podemos convertirnos en otra ficha más importante, pero nunca en el Rey.

El 6 de noviembre Donald Trump cayo en la posición más poderosa del tablero, la del Rey, y se inició una nueva partida. Las fichas se irán acomodando en torno a él para defenderlo o atacarlo. Como el Rey, tiene mucho poder y muchas opciones para moverse en cualquier dirección. Pero también tiene limitaciones y corre mucho riesgo.

En el acomodo de las fichas y la definición de estrategias sucederán cosas inesperadas, sorpresivas, curiosas. Por ejemplo, quienes piensan que tienen mucho poder en una posición privilegiada al lado del Rey son enrocados y se sacrifican en las primeras movidas.

A Canadá le pasó eso apenas comenzó la partida. En posición privilegiada, muy cerquita, del lado del nuevo Rey, sacrificaron a México para salvarse ellos, se sumaron al bullying de Trump; que si estarían mejor sin nosotros, que no jugamos con las mismas reglas, que si le estamos haciendo la balona al otro lado del tablero, a los chinos. En la jugada, tomándolos por sorpresa, sin esperarlo, ni creerlo, los enrocan temprano y los avientan al mismo sacrificio, ahí juntito con, nosotros, los mexicanos.  

Al igual que muchos mexicanos tengo gran admiración por Canadá y los canadienses. Sin embargo, en el trato con ellos siempre he tenido un ligero sabor amargo: he sentido, más que con estadounidenses y europeos, un ligero desprecio hacia nuestra nación y nuestro pueblo; un cierto recelo por haber sido el mal tercio advenedizo, en el noviazgo con Estados Unidos (Acuerdo de Libre Comercio), unos años antes del TLC.

La sorpresa y ofensa con la que recibieron el trato igual que nos dieron a México y Canadá, demuestra que apenas se dan cuenta que la partida ya cambió, ya no son el primer amor. Todas las jugadas están por jugarse y su pasado nunca existió. El tablero irá tomando forma y solo sabremos la posición y limitaciones, los amores y complicidades que se crearán, en unos años, a medida que la partida se vaya volviendo vieja.  

Y en la incertidumbre que esto genera, son muchos los países y sus liderazgos que están inquietos, expectativos. Que precipitarán acciones, saltarán a conclusiones, asumirán jugadas, tomarán posiciones que demostrarán ser equivocadas.

Es por eso por lo que tenemos que reconocer, que la reacción de nuestra Presidenta, ante el desplante de Trump, fue infinitamente mejor que el drama y arrastrada que mostró el Presidente canadiense.

Trump es un Bully, con trastorno narcisista de la personalidad. Expone un “comportamiento repetido, agresivo… que implica un desequilibrio de poder real o percibido.” Con “un sentido inflado de su propia importancia, una profunda necesidad de admiración y falta de empatía por los demás.” (Diane Barth, Psychology Today, mayo 2024).

Hay muchas cosas a desaprobar de la Presidenta y lo que lleva de su administración, pero hay que reconocer que contestó oportunamente, sin drama, sentimiento innecesario, ni temor. Exponiendo las condiciones que la realidad impone y esperando a que el calor del momento enfríe, para dialogar. Demostró firmeza, altura de miras y humildad ante el Bullying de Donald Trump.

Podríamos jurar que la Presidenta reconoce que “la historia escapa al control de quienes creen escribirla”, que Trump también es solo una ficha en un tablero que ha visto muy pocos movimientos y que la historia jugará esta partida por muchos años más.


 






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