Opinión
Sábado 05 de Octubre del 2024 08:14 hrs

#ES MUJER o “E” menos 41


En un México donde la reconciliación social es el mayor reto... el tener como presidente a una mujer, representante del sector poblacional más agredido, vejado y dejado, al tiempo que es sustento y guía en las familias mexicanas, solo puede llamar al optimismo en el porvenir nacional

Todo pinta que tendremos Sra. Presidenta en México. 

No hay razón por la que una mujer presidente tenga un desempeño inferior al de un hombre. Inclusive, seguramente una mujer tendría un desempeño mejor que, por lo menos, los dos presidentes que le preceden.

Llegar a este punto no ha sido fácil; este es país profundamente machista.  Aquí, la mujer, si acaso propone, pero es el hombre quien dispone. La libertad de decisión, pensamiento independiente y autonomía personal se convierte en agravio que se castiga con el extremo del feminicidio.

Aun así, al parecer será Xóchitl o Claudia. 

La pataleta de Marcelo Ebrard; berrinche y patadas de ahogado, no cambió ni cambiará el resultado de las encuestas. Poco después, como reconociéndola ganadora, en reunión de Sheinbaum con el Consejo Coordinador Empresarial, la cúpula de la iniciativa privada la recibió como virtual ganadora; mostrando señales inequívocas de que, en pocos días, será ungida como la defensora de la Cuarta Transformación, personificación de la voluntad del pueblo y heredera de los designios del Comandante Supremo López Obrador. 

Por su parte, en el Frente opositor, los movimientos telúricos han sido, cuando menos, igual de intensos, aunque menos definitorios; el PRI no se resigna a ser solo el escudero del PAN, arropa y levanta a Beatriz Paredes, con la esperanza de que le gane a la Sra. X, quién ya fue arropada, a su vez, por el PAN. Los tirones son fuertes, al parecer no tanto como para romper la alianza.

En cualquiera de los resultados, los hombres seremos, sin duda, Príncipe Consorte en el periodo 2024 -2030. 

No soy creyente de Claudia, ni veo con buenos ojos a la Cuarta Transformación, quienes cargan más defectos que virtudes. Xóchitl, por su parte, ha expuesto falta de oficio y experiencia en la alta política; es un diamante, falto de pulir, en bruto y poco refinado, con notorias deficiencias frente a políticos de oficio. Beatriz, por su parte política experimentada y refinada, con facilidad de palabra y agilidad en situaciones comprometidas y difíciles, carga con el peso del muerto que quieren revivir de nuevo, un lastre que hace inconcebible su triunfo.

Y, aun así, sin tener candidata perfecta, emociona el pensar en que #es Mujer.

No es una superioridad biológica y psicológica lo que emociona, ambos sexos tenemos fortalezas y debilidades; los hombres ocupamos mayor cantidad de materia gris en agresividad y sexo, tenemos peor memoria, percepción (sexto sentido) menos desarrollado, somos más brutos en cuanto a lenguaje y comunicación, menos resistentes al dolor, más arriesgados y temerarios. Pero tenemos mejor percepción espacial y orientación geográfica, las largas jornadas de trabajo nocturnas nos afectan en menor medida, toleramos más el estrés, y somos menos transparentes en cuanto a las emociones. 

No, lo que emociona es el significado de que una mujer llegue a la silla presidencial en una nación que esta urgida de reconciliación social.

Las personas, ganadores y perdedores, héroes, villanos y víctimas no son, en la realidad, los protagonistas de la historia. Solo puntualizan, en la mente de la gente, en el ideario popular, el cambio que se presenta. 

Los verdaderos protagonistas de la historia, quien define el rumbo y resultado (si se puede decir que hay algún resultado perene y permanente, que no es solo un punto en el continuo de sucesos históricos) son las relaciones políticas, sociales y económicas entre personas y grupos. Éstas, no las caras y nombres que vemos, son los que, al modificarse, dan forma al presente y rumbo a la historia que se escribirá.

En un México donde la reconciliación social es el mayor reto, que significa reducir la violencia, definir un rumbo común, romper la polarización con el dialogo, promover la subsidiariedad y la solidaridad entre regiones, gremios y sectores de la población; donde la reconciliación social es condición indispensable para el desarrollo y bienestar nacional; el tener como presidente a una mujer, representante del sector poblacional más agredido, vejado y dejado, al tiempo que es sustento y guía en las familias mexicanas, solo puede llamar al optimismo en el porvenir nacional.

Expuestas las tres – próximamente dos – empieza la parte más difícil, llena de retos y sorpresas, sobre todo optimismo de una sociedad que lo necesita. 






OPINION

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