Opinión
Lunes 02 de Septiembre del 2024 08:17 hrs

¡AL HUESO!

El país de Claudia III


La ilusión sin base de que Claudia Sheinbaum desarrolle un gobierno racional, con fuerte sello personal, que revierta decisiones biliares que han hecho retroceder y debilitado al país, se han ido evaporando y su imagen se ha debilitado dentro y fuera del país al reiterarse como segunda voz acrítica de López Obrador.

“Con inversión pública y privada, la economía crecerá 4% anual”. López Obrador, 11/2018.

Todos requieren voluntad y tiempo, pero la mayoría de los graves problemas que López Obrador está heredando a Claudia Sheinbaum tendrían solución básicamente con la adopción de políticas basadas en la realidad de datos sólidos y su proyección, con toma de decisiones racionales que encaminen salidas y se apliquen soslayando presiones.

Para decirlo en pocas palabras, lo determinará el cómo Sheinbaum Pardo asuma el desafío de Hamlet: Ser o no ser. Dependerá de si en el ejercicio del gobierno la mandataria adopta una definición personal que, al evitarla, ha sembrado dudas y disminuido su imagen dentro y fuera del país. ¿Quiere pasar a la historia entregada a las decisiones de su antecesor, como Pascual Ortiz Rubio, o asumir el mandato y ejercer el poder a través de acción política propia, como Lázaro Cárdenas Del Río? 

La pregunta es pertinente, porque en los hechos y lejos de su sueño guajiro de pasar a la historia con la positiva imagen de Hidalgo, Madero y Cárdenas, realmente López Obrador lo terminará haciendo como una mala reedición del desterrado sonorense.

Sheinbaum ha dado pasos en ambos sentidos. En la designación de su equipo principal, logró librar presiones en el área de energía y tomó a través de cuadros propios el control de cargos clave como CFE y PEMEX; empero, se adscribe sumisa y en público a posturas polémicas del todavía Presidente en funciones, como respaldar al narco gobernador de Sinaloa o avalar para que se ejecute sin más cambio que postergarla unos días, la venganza de López Obrador contra el Poder Judicial.

Un ejemplo: las giras finsemaneras a las que el Presidente la ha arrastrado con la idea de asentar la imagen de una tersa trasmisión de poder, han tenido el efecto negativo de mostrarla como una obediente corifea de segunda voz, imagen que precisamente fue un fuerte argumento electoral de la oposición durante la campaña. 

Sus tenues e insípidos pronunciamientos ante las molestias y advertencias -sobre todo del sector económico- frente al paquete de reformas no han tenido efecto alguno, porque dada justamente esa imagen de adscripción acrítica a López Obrador, no hay garantía de que una vez aprobados los antidemocráticos cambios deje de imponerlos.

En estas semanas, el resultado de esa contradictoria conducta de péndulo es la desconfianza nacional e internacional frente a un futuro gobierno que, ya sin la responsabilidad de ser el titular y tener que responder directamente por sus actos, López Obrador quiere manejar tras bambalinas, con riesgo de peores conductas irracionales a las mostradas en su sexenio y particularmente en este último año.

Todas las consultas de opinión, incluso las realizadas por el propio gobierno, muestran como, al margen del fenómeno de popularidad personal del tabasqueño, la población descalifica sin matices a su gobierno principalmente en rubros centrales como seguridad y salud, drama diario para la mayor parte de la población.

Ambos fracasos en el actual gobierno comparten como principal razón decisiones absurdas, que pese a haberse comprobado como ineficaces, fueron mantenidas y hasta profundizadas por la obcecación de no reconocer errores y corregir.

Las solas cifras de 200 mil asesinatos, 50 mil desapariciones y 800 mil fallecimientos por efecto de la pandemia de COVID, para cualquier mandatario lúcido habría representado la exigencia ineludible de cambios. Obviamente no fue así y mientras la aguada Guardia Nacional se mantuvo repartiendo abrazos, la delincuencia asumió control real de amplias zonas del país. Y en salud el fracaso del INSABI fue profundizado con el IMSS-Bienestar, la absurda e ineficaz “megafarmacia” y más.

En seguridad se plantea como solución la adscripción formal de la GN al Ejército a través de la Secretaría de la Defensa, que en esta tragicomedia, de hecho y de fondo, ha tenido siempre el manejo y por tanto es responsable de la debacle. 

Muy lejos de reconocer lo inaceptable de los resultados y determinar de antemano un cambio de política, la futura Presidencia se ha sumado con entusiasmo a la necedad de López Obrador de imponer la continuidad de sus políticas en estos dos sectores.

Aceptó que su secretario de seguridad, Omar García, limitado a obedecer a la SEDENA será otro florero como lo fue Rosa Isela Rodríguez, su futura titular de Gobernación. De igual modo, en el sector Salud acató la recomendación de mantener funcionarios coautores o sumisos ejecutores de decisiones fracasadas, que sin haber llegado a Dinamarca aseguran ahora superar el reto, para tener el mejor sistema de salud del mundo.

No está claro si es por miedo a manotazos de su mentor, pero en los hechos Claudia Sheinbaum en esta etapa ha dilapidado la esperanza de buena parte de quienes votaron por ella con la ilusión de que, si bien prometía continuidad, lo haría con cambios para resolver lo que hoy son padecimientos diarios para la ciudadanía.

No son pocos los que antes de caer tempranamente en una desilusión previsible, se ilusionan con la idea de que una vez en el poder, después del 1 de octubre, las acciones de la futura mandataria marcarán realmente un cambio.

No lo auguran así las últimas semanas, en que se hizo innecesariamente respaldante en polémicas que López Obrador debió enfrentar solo, con lo cual Sheinbaum desoyó la vieja máxima popular de que “calladita y recatadita te ves más bonita”.

La magia negra del poder ya la convirtió en lo que al menos simulaba no querer ser.






OPINION

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