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Domingo 24 de Noviembre del 2024 01:47 hrs

Debe México impulsar presencia femenina en la ciencia

Debe México impulsar presencia femenina en la ciencia Académicas de la UNAM y de la Universidad Iberoamericana insisten en la necesidad de impulsar y promover a las mujeres en la ciencia, puesto que su desarrollo es vital para la cultura de la equidad.

Simbólicamente las ciencias exactas y naturales se vinculan a lo masculino; hoy es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Ciudad de México.- La igualdad entre hombres y mujeres es una prioridad global de la UNESCO, y el apoyo a las jóvenes, su educación y su plena capacidad para hacer oír sus ideas son los motores del desarrollo y la paz, coincide con el organismo internacional la integrante del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, Lu Ciccia.
De acuerdo con cifras de la instancia mundial, el porcentaje promedio en el orbe de investigadoras es de 33.3 por ciento; y sólo 35 por ciento de los estudiantes en campos relacionados con STEM (siglas en inglés para ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), son mujeres.
Aunque los ámbitos STEM se consideran críticos para las economías nacionales, actualmente la mayoría de las naciones, sin importar su nivel de desarrollo, no han logrado la igualdad de género; hasta 2016, 30 por ciento de los países con datos disponibles sobre la proporción nacional de mujeres investigadoras, había alcanzado la paridad.
Se calcula que en las ferias de las STEM, en términos generales y a escala internacional, las cis mujeres (una persona cisgénero se identifica con el género que se le asignó al nacer) representan únicamente de 13 a 15 por ciento, añade la universitaria.
Datos de la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM indican que en este subsistema el personal académico lo integran tres mil 187 personas, de ellas mil 271 son investigadores, 519 investigadoras, 787 técnicos académicos y 610 técnicas académicas.
El porcentaje de investigadoras se incrementó de 27 en 2015, a 28 en 2019. En 2021 pasó a 29 ciento, porcentaje que se mantuvo durante el año pasado.
En cuanto a técnicas académicas, creció de 43 por ciento en 2015, a 44 en 2019, porcentaje que se mantuvo hasta 2022.
Por áreas de conocimiento, las investigadoras representan, en 2023, 30 por ciento en las Ciencias de la Tierra e Ingeniería; 39 por ciento en las Ciencias Químico Biológicas y de la Salud; y 20 por ciento en las Ciencias Físico Matemáticas.
Según la experta, cuando se habla de “mujeres en la ciencia” se piensa en las exactas y naturales; parecería que las otras, las sociales y las humanidades, no son ciencias, y eso tiene una connotación: “simbólicamente vinculamos las primeras a lo masculino y estas últimas a lo femenino”.
Las mujeres y otros cuerpos feminizados ocupan un sitio infravalorado dentro de las ciencias exactas y naturales, porque son un lugar masculinizado; y, por supuesto, están subrepresentadas, asevera.
La universitaria explica que para las subjetividades feminizadas existe una suerte de “tensión” entre la vida académica y profesional, y la personal y familiar, porque son ellas quienes cuidan y de alguna manera se hacen cargo de la familia.
En general, si las mujeres quieren reproducirse siempre va a afectar los tiempos profesionales; además, se trata de una complicación sustentada por las instituciones, que alimentan y respaldan que no puedan crecer lo suficiente “porque los tiempos que te exigen para terminar los estudios, la producción de conocimiento, etcétera, están centrados en la edad reproductiva, y las personas que gestan producen menos en esos años”.
Cuando ellas logran mantenerse en la institución, no tienen las mismas facilidades para alcanzar puestos de alta responsabilidad; incluso al tener una trayectoria similar a un cis varón, se elige a él. Además, recalca, hablamos mayormente de cis mujeres heterosexuales, pero también hay que preguntarse dónde quedan otras sexualidades y, por supuesto, la población trans, sean o no de la diversidad sexual.
En el ámbito de las STEM hay que desarrollar políticas para lograr que las cis mujeres puedan acceder con las mismas facilidades que los cis varones; esta es una política fundamental, necesaria pero no suficiente, añade la especialista, ya que aún existiría la reproducción simbólica de las STEM como un ámbito esencialmente masculino.
Lo anterior se explica por un sistema de valores androcéntrico que indefectiblemente excluye corporalidades feminizadas en aquellas disciplinas que encarnan las ideas de objetividad, neutralidad y universalidad.
Para mejorar el acceso de cis niñas y mujeres a la educación tecnológica y científica se necesita, sobre todo, dejar de vincular nuestras corporalidades con ciertos roles de género.
“Esto implica no generizar las formas de juego y los juguetes, dejar elegir a les niñes sus actividades”, así como generar referencias positivas en todas las disciplinas científicas, de cuerpos feminizados, identidades de género no normativas, sexualidades y corporalidades diversas.
“A les niñes hay que decirles que pueden hacer y ser lo que quieran, y que no sientan que está prohibido dedicarse a cierta actividad por su identidad de género o expresión de género. Lo que importa es dejar de esencializar lo que podemos hacer y ser”, enfatiza.
Respecto de medidas para romper el “techo de cristal” al que se enfrentan en los ámbitos científico y académico las personas feminizadas, es fundamental extender los años que se consideran de “alta producción” para que los años reproductivos de las personas que gestan dejen de equivaler a un obstáculo académico profesional.
También hay que considerar los métodos de evaluación: cuáles son los sesgos androcéntricos en las formas de evaluar para el ingreso a plazas académicas. “Al analizar quiénes tienen más estímulos, mayores ingresos y nivel en el Sistema Nacional de Investigadores, o quiénes ocupan los puestos de alta responsabilidad, vemos quiénes son las personas privilegiadas: cis varones heterosexuales”.
En el CIEG -junto con Laura Espinosa Asuar, del Instituto de Ecología, y el apoyo de colegas de diferentes institutos, incluida la participación de Rubs Hernández Duarte, de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM- “estamos iniciando un proyecto PAPIIT (Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica) para contribuir con herramientas de evaluación más justas”.
El cambio estructural y simbólico debe incluir también la capacitación de les evaluadores, y que las tareas de cuidado y el tiempo de gestación y de crianza no impliquen un obstáculo para el crecimiento académico profesional de ninguna persona, reitera Lu Ciccia.
La existencia del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia significa la invisibilización durante 364 días del año y la necesidad de una fecha para hacer visible la subrepresentación de las cis mujeres y otros cuerpos feminizados en las disciplinas científicas exactas y naturales, estima.
Por ello, esta conmemoración no es un fin, sino un medio para construir políticas donde ya no tenga sentido que haya un día dedicado al tema, añade la licenciada en biotecnología y doctora en estudios de género.
“Si este día existe, hay un problema: nos habla de desigualdades estructurales y simbólicas que organizan la vida social, de manera tal que ciertas subjetividades tienen menos acceso a derechos. El objetivo de este día debe ser recordarlo para diluirlo, para que no tenga que existir”.
El 22 de diciembre de 2015 la Asamblea General de Naciones Unidas estableció el 11 de febrero como el día para reconocer el rol crítico que juegan las mujeres y las niñas en la ciencia y la tecnología; para la UNESCO, es oportunidad de promover su acceso pleno e igualitario a la ciencia.

DEBEMOS PROMOVER PARTICIPACIÓN DE LAS NIÑAS EN LA CIENCIA
De pequeña, Cristina era una niña muy curiosa, disfrutaba ver documentales con su familia y desde siempre escuchaba conversaciones relacionadas con medicina. Hasta los 17 años estaba segura de que seguiría los pasos de su padre, quien es médico internista; luego, sus familiares le recordaron que esa profesión requiere nervios de acero para lidiar con situaciones trágicas y le entraron las dudas sobre su futuro profesional.
Un día, en su preparatoria la invitaron a una Expo de Licenciaturas en la IBERO y vio un experimento en el que una chica que sostenía una rueda de bicicleta en las manos giraba sobre un círculo; esto llamó tanto su atención que se acercó a conocer todos los detalles y ahí descubrió la que sería su futura carrera: Ingeniería Física.
Hoy Cristina Oropeza tiene un doctorado por la Universidad de Glasgow, es académica del Departamento de Física y Matemáticas de la Ibero y trabaja en el experimento CMS del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) en el laboratorio de física de partículas más grande del mundo, el CERN (en francés Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire), que se ubica en Suiza.
México tiene cinco proyectos de investigación abiertos con el CERN (el CMS, el ALICE, el SPS-NA62, el AMS y el CERN-BEAM), en los cuales participan sólo ocho instituciones a nivel nacional: la Universidad Iberoamericana, el Instituto de Física de la UNAM, el Instituto de Ciencias de la UNAM, el Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav), la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, la Universidad Autónoma de Sinaloa, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y la Universidad de Guanajuato.
La Dra. Oropeza coordina el Servicio Departamental de Física de nuestra Ibero, que es la única institución privada en el país que realiza experimentos con el Gran Colisionador de Hadrones del CERN y forma parte de un pequeño grupo de científicas y científicos que participan en el experimento CMS, que en México sólo involucra a la Universidad Iberoamericana, el Cinvestav y la BUAP.
Con motivo del “Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia”, que se celebra este 11 de febrero, la Dra. Cristina comparte su emoción por pertenecer al selecto grupo de mexicanas que trabajan en proyectos del laboratorio de física de partículas más grande del mundo, pero también lamenta la disparidad que existe en el número de mujeres egresadas de carreras de ciencia y tecnología en relación con los hombres.  

EVADEN MUJERES INGENIERIAS AUNQUE EGRESAN MÁS EN EL PAÍS
El año pasado, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) realizó un análisis sobre la situación educativa y laboral de los jóvenes de 15 a 24 años en México, que suman 21.9 millones; es decir, 17% de la población total.
El porcentaje de jóvenes que concluyeron una carrera universitaria aumentó en las últimas décadas, pasando de 11% en 2005 a 18% en 2022. Asimismo, datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) revelan que desde 2020 las mujeres superaron a los hombres en el acceso a los estudios universitarios; sin embargo, la mayoría de ellas estudian carreras como enfermería, derecho y administración, en tanto que ellos egresan de carreras vinculadas a la ingeniería. 
La disparidad que menciona la Dra. Oropeza no es para tomarse a la ligera, las carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés: Science, Technology, Engineering and Mathematics) son de alta demanda laboral, reportan los mejores sueldos y la menor brecha salarial; es decir, son una gran área de oportunidad y crecimiento profesional, pero sólo 3 de cada 10 personas egresadas son mujeres.

¿POR QUÉ LAS NIÑAS Y MUJERES NO SE INTERESAN POR LA CIENCIA?
La coordinadora del Servicio Departamental de Física de la Ibero se sabe afortunada por haber crecido en un entorno donde se fomentaba la ciencia, pero reconoce que muchas veces las y los científicos están alejados de la divulgación, escriben para un sector muy especializado y se olvidan de visitar las escuelas y de explicar su trabajo de una forma en que las nuevas generaciones puedan entenderlo e interesarse en él.
En el caso de las niñas en particular, la situación es más compleja, porque al desconocimiento general de la población sobre el trabajo científico, se le suman los roles de género “en donde te pueden decir no a esas ciencias duras, la física, las matemáticas o la ingeniería, todo eso es para hombres”, señala la Dra. Cristina.
“Hasta el tipo de juguetes con los que te entretienes en la infancia, si entras al pasillo rosa de la juguetería son muñecas, cocinitas y si entras al de niños son carritos, cosas para armar, para inventar; es algo multifactorial y está muy arraigado no sólo en los puestos de trabajo sino también en la sociedad misma”, asegura la académica del Departamento de Física y Matemáticas de la Ibero. 

HACE FALTA VISIBILIZAR EL TRABAJO DE LAS MUJERES EN LAS STEM
“Creo que es importante generar espacios y oportunidades para mujeres que ya están dentro de la academía y fomentar que sean valoradas por su trabajo y que no existan prejuicios en contra de ellas”, menciona la Dra. Cristina Oropeza, quien considera que las niñas no tienen muchos modelos a seguir.
Al respecto, la Dra. Carolina Leyva Inzunza, especializada en temas de agua y energía y ganadora del Premio Ada Byron 2021 que otorgan universidades del Sistema Universitario Jesuita a las mujeres destacadas en la ciencia y la tecnología, coincide en que “el número de mujeres que tratan de aplicar a carreras STEM es menor (que el de los hombres) porque no hay modelos a seguir”.
“Siento que hace mucha falta que haya reconocimiento hacia nosotras y que las nuevas generaciones se nos puedan acercar y decir, si ella salió allá de Sinaloa y como pudo llegó a la Ciudad de México y ha tenido una trayectoria satisfactoria en este campo de las STEM yo también puedo. Eso es muy importante, que la gente nos conozca”, opina la también profesora investigadora del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Justo sobre esa falta de visibilización de los proyectos de mujeres dedicadas a la ciencia y tecnología, en 2014 surgió el “Premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga” instituido en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Deusto y que inició camino en México en 2019, gracias a la participación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y de Puebla; sumándose en 2021 las de León, Tijuana y Torreón; el ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara; el ISIA y el TUVCH.
Si bien el premio ha sido impulsado por el Sistema Universitario Jesuita, la convocatoria está abierta cada año a científicas y tecnólogas de todas las universidades del país, este año el jurado dará a conocer a la ganadora a finales en este mes de febrero y la ceremonia de entrega del premio, de 100 mil pesos, será el 13 de marzo de 2023.
 







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