Opinión
Viernes 28 de Marzo del 2025 05:09 hrs

¡AL HUESO!

Claroscuros


Teuchitlán se situó como la mayor crisis política interna en lo que va del sexenio, ante la cual se pusieron en evidencia las limitaciones de acción de la Presidenta Sheinbaum para enfrentar las herencias negras de su tutor, un desafío diario para su gestión

“Tiempo del miedo: graves agujeros en la capa de ozono y más graves agujeros en el alma”.  Eduardo Galeano.

Usufructuaria electoral de la popularidad que su padrino político construyó repartiendo dádivas a costa de comprometer las debilitadas finanzas públicas que ella misma heredó, la Presidenta Claudia Sheinbaum vive en medio de tormentas sus momentos estelares de inicio de sexenio.

Cuenta, aún, con una alta popularidad a nivel general, pero una imagen que decrece y se sustenta básicamente en ser la primera mujer que ostenta la Presidencia del país.

Su desempeño en este primer medio año de gestión ha sido disímbolo, de pronunciados claroscuros, y muy lejano del nivel de estadista que requiere la actual y compleja realidad nacional, complicada por Trump y sus barbaridades.

Después de un sexenio sin rumbo, el México pensante cifraba esperanzas de mayor racionalidad por su formación científica y eficiente manejo en sus responsabilidades funcionarias, principalmente al frente de la administración de la Ciudad de México.

Contraponían esas características con la personalidad rupestre y necia de López Obrador, su falta de visión de los efectos de largo plazo de decisiones que preponderaban la inmediatez y la ganancia política personal por sobre los intereses del país.

Sin embargo, el supuestamente autoexiliado en Chiapas conserva buen parte de la imagen y apoyo popular que construyó a través de dádivas, mentiras y manipulaciones, además de la tuición de funcionarios y legisladores que impuso a su sucesora, lo que le significa cuando menos un límite directo o indirecto sobre sus decisiones.

Ese es el principal lastre de la actual Presidenta, que cuida no mostrar que está revirtiendo discretamente políticas desastrosas de su antecesor -estrategia de seguridad, caso mayor-, y sale a defenderlo públicamente cuando quedan al trasluz los costos de sus desatinos.

Y ese será el estrecho margen de movimiento al menos hasta el término de los dos primeros años, en que gobernará con la soga al cuello de una revocación de mandato cuyo control no está en sus manos.

López Obrador le heredó no solo una hipoteca sobre finanzas públicas en zozobra. Además la recortó el discurso político, porque a diferencia de él, Sheinbaum no puede cargar culpas al pasado inmediato y cuando lo hace en referencia a sexenio más remotos, como el de Calderón, ya suena a palabrería desgastada.

Carece, además, de la cara dura y agudeza política del tabasqueño para mentir, manipular y desviar la atención. Cuando intenta hacerlo, suena falso, forzado y se le revierte. 

Frente al juego de policía bueno-policía malo al que le ha sometido Trump, mostró un gobierno sin visión clara, ausente de un plan de acción e intentó un discurso de defensa de la soberanía, cuando la supuesta rebeldía se contrapuso a la aceptación de vuelos espía, regresar a la condición de tercer país seguro y entregar en forma ilegal a un grupo de narco delincuentes, ante lo que de inmediato la jiribilla popular señaló que faltaba uno.

El autócrata de Washington ha mostrado que mientras más cede la “mujer maravillosa y dura”, más le exige y el principal límite a sus excesos se está constituyendo no aquí, sino al interior de Estados Unidos, por los costos allá para las empresas y los ciudadanos.

Cuando su devenir diario estaba centrado en la crisis con el vecino del norte, vino un trance con un impacto interno y externo mayor, por la denuncia del grupo buscador de Jalisco sobre la existencia de un campo de entrenamiento y exterminio del narco.

Entre más de 3 mil sitios detectados, Teuchitlán es solo la punta de un enorme iceberg, con la virtud de haber aterrizado a la opinión pública sobre el drama de los desaparecidos, crisis humana que había sido relegada al ámbito de la digestión de lo inaceptable. 

Desde el primer momento, la actitud de la Presidenta, de sus funcionarios, de sus legisladores, del Fiscal General, fue ocultar la gravedad de los hechos, luego minimizarlos, culpar a otros. Movimientos burdos, Sheinbaum y el Fiscal agravaron la crisis y debieron enfrentarla, aunque se fueron por las formas y soslayaron el fondo.

La Presidenta prometió planes y acciones para avanzar ante el doloroso oprobio de más de ciento trece mil desaparecidos y más de 50 mil cuerpos acumulados en semefos. Recibió una dura y fría respuesta de las madres y grupos buscadores: todo existía y fue obstruido, no aplicado o cancelado por López Obrador.

¿No sería más redituables para ella y para el país que dejara de actuar como militante de Morena y se asumiera realmente como Presidenta de todos, comenzara a marcar distancia y a revertir un estilo de gobierno que dejó a México profundamente debilitado?

Sumaría a su historial de primera Presidenta, atributos de estadista con visión de futuro y decisión de construirlo. No ha mostrado voluntad de hacerlo y paga consecuencias.






OPINION

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Como bien dijo Rubén, lo que mal comienza mal acaba. Los dueños de lo que queda del PRI comenzaron simulando ser oposición y terminan apoyando a Morena…

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