Opinión
Jueves 09 de Enero del 2025 00:33 hrs

Atendiendo Las Causas


La Presidenta, sin embargo, no parece tener otro diagnóstico ni reconocer otra estrategia: sustenta con orgullo y convencimiento la retórica heredada y la medicina recetada. Sigue intentando atender las causas con paliativos y placebos, inclusive con medicina contra indicadas. Aun cuando la evidencia muestra que el tratamiento empeora la condición del paciente.

Sin ser doctor, López Obrador comenzó su periodo presidencial con un diagnóstico que parecía correcto de los males que aquejaban a México y a los mexicanos. 

Nunca pareció, para muchos de nosotros, ser el galeno adecuado para curar las injusticias y profundas deudas de equidad de una nación con grandes contrastes y disparidades dependientes del lugar y condición donde se naciera. Un país que da pocas posibilidades de desarrollo a su población, si no es a través de la violación de leyes y, o de conductas faltas de ética y probidad. Un sistema profundamente desigual, inequitativo y con pocas libertades para exponenciar las capacidades y talentos de la mayoría de sus pobladores.  

Muy pronto se evidenció que el liderazgo de Andrés Manuel no es el que México necesita. La falta de planeación, el desdén por el conocimiento, los datos sustentados y la información documentada se hizo patente en los primeros días. Aun con un diagnóstico correcto, el resultado se miraba imposible sin un mínimo de respeto por la ejecución.

“La atención a las causas” es, sin duda alguna, la forma de visión que debe de prevalecer para la atención de cualquier problema, buscando erradicarlo. Pero no es suficiente rodearse de frases y estribillos para justificar políticas públicas improvisadas y clientelares, más con el objetivo de enmascarar los problemas que con resolverlos de fondo.

La atención a las causas del bienestar es, sin duda, insertar a la población en un ambiente económico dinámico y productivo, sin discrecionalidad en la aplicación de las regulaciones. Esto que tan fácilmente se dice, implica una consistencia y constancia en las políticas públicas que el grupo en el poder desconoce.

La atención a las causas de la desigualdad es proveer condiciones de equidad, desde temprana edad: un piso parejo en salud, alimentación y educación que asegure que las capacidades y talentos de cada niño se desarrollen al máximo para ser adultos productivos, independientes y satisfechos. 

La atención a las causas de la violencia no puede ser sin el respeto al estado de derecho y la erradicación de la impunidad a través de instituciones sólidas, no sujetas a la discrecionalidad ni a presión de factores de poder político o económico. 

Si durante el sexenio de López Obrador no fue evidente, bastaron cien días de que heredó el puesto para eliminar cualquier duda de que un diagnóstico correcto y la intención de atender las causas nunca fue su prioridad. 

Más allá del triunfo electoral y la construcción de una mayoría irreal, no hay nada, en los indicadores nacionales, que muestre que la atención a las causas del diagnóstico generado hace seis años siquiera se intentó. Al contrario, es difícil recordar algún momento de la vida nacional en que la política pública esté tan alejada de la atención a las causas de los problemas que vivimos. 

El diagnóstico, a la vez, se ha complicado. Las condiciones en las que Andrés Manuel heredó el país son mucho peores a las que recibió de Peña Nieto. 

Hemos pasado del tumor encapsulado a la metástasis nacional con síntomas que no podemos ignorar.

La Presidenta, sin embargo, no parece tener otro diagnóstico ni reconocer otra estrategia: sustenta con orgullo y convencimiento la retórica heredada y la medicina recetada. Sigue intentando atender las causas con paliativos y placebos, inclusive con medicina contra indicadas. Aun cuando la evidencia muestra que el tratamiento empeora la condición del paciente. 

A los cien días de que comenzó su sexenio, el comienzo del 2025 nos recibe con graves inflamaciones, dolores y malestar. 

La Dra. Sheinbaum intenta atacar una seria desaceleración económica, falta de inversión y nula creación de empleo formal, productos de la administración de tratamientos equivocados que crean incertidumbre, pérdida de competitividad y caída en la productividad nacional, con anuncios grandilocuentes de gasto en proyectos insostenibles como trenes, aerolíneas y carritos mexicanos que no pintan para funcionar.

Intenta eliminar los dolores de una violencia rampante fomentando la discrecionalidad, la falta de recursos y la inequidad en la administración de la justicia. 

Busca erradicar la pobreza y procurar bienestar repartiendo dinero en forma de becas y pensiones, raleando la capacidad del estado de generar ese piso parejo para el desarrollo del potencial personal. 

La doctora parece, ahora sí, errar el diagnóstico. Es hora de buscar otra opinión. 

Y que el 2025 esté lleno de bendiciones. 






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