¡AL HUESO!
Así son
Hasta en sus mínimas decisiones Donald Trump revela la miseria de su egocentrismo, al igual como día a día los hechos van demostrando los costos para el país que tienen las obras impuestas a partir de la megalomanía de López Obrador.
“Cuando Satanás te halaga, ya entregaste tu alma”. Proverbio fiorentino.
"Me gusta tomar una buena ducha, cuidar mi hermoso cabello", frase de Donald Trump el pasado miércoles, que podría ser considerada simpática y sin embargo lo revela de cuerpo entero en su profunda miseria humana.
Usada como soporte de su decisión de eliminar la norma que limitaba el gasto de agua en los surtidores de las duchas, revela en ella la esencia de su personalidad egocéntrica, en que fuera de toda simpatía sitúa su bienestar personal por sobre la ética de propiciar una mínima seguridad acuífera a las generaciones futuras.
Un día antes había eliminado las restricciones al uso del carbón mineral como combustible. Ambas medidas formaban parte del abanico de esfuerzos establecidos por los gobiernos anteriores para contribuir a la limitación del cambio climático.
A la par de sus chantajes económicos, con el establecimiento de aranceles que han roto el precario equilibrio comercial internacional, las dos recientes acciones representan una vulneración directa a los acuerdos de compromiso global en materia ambiental.
Parodiando a Luis XIV y su célebre sentencia “L'État, c'est moi”, cabría adjudicarle otra derivada de sus insanas decisiciones: “El mundo es mío”.
Si nos sorprendió que un delincuente convicto fuera elevado al todavía principal poder mundial, que utilice los mismos métodos que lo pusieron en los límites o al margen de la ley, nos debería hacer reflexionar sobre nuestro propio pasado inmediato y el presente.
Pese a los intentos del actual Gobierno Federal por encubrirla, la implacable verdad se abre camino y comienza a comprobar las miserias de López Obrador, que habían sido muchas veces denunciadas sin consecuencias.
La propia información difundida por la administración de Claudia Sheinbaum revela los efectos nocivos del mismo egocentrismo en el gobierno populista y autoritario del tabasqueño, durante el cual en nuestro modesto entorno dominó un egocentrismo equiparable al de Trump.
El fracaso de la más fastuosa de sus ideas para trascender al futuro, el Tren Maya, que causó un irreversible daño ambiental y de patrimonio histórico, quedó al desnudo en las cifras oficiales: Los programas para fomento del turismo en el sudeste -principal justificación- captan menos de dos compradores diarios y el ferrocarril es una vorágine de recursos públicos.
Similar, la refinería Dos Bocas, que según la propaganda resolvería el año pasado nuestras necesidades de combustibles, terminará costando tres veces lo anunciado por el anterior gobierno y si bien nos va podría realmente producir en 2028.
Mexicana de Aviación y el aeropuerto de Santa Lucía, otros dos caprichos, lejos de despegar van en picada e igualmente demandan alto soporte financiero del Estado.
Lo peor, en cada uno de los escándalos de corrupción que se revelan aparecen involucrados directamente miembros de la familia del expresidente o de altos personeros morenistas relacionados con ella, ganadores de lo que perdió México.
Sobran hoy pruebas de los negocios ilegales de los hermanos López Beltrán en torno a las grandes obras emprendidas por el padre y se suman en estos días las implicaciones de sus prestanombres en la corrupción con la compra de equipos y medicinas a través de Birmex, o de tragedias como la sucedida en el Parque Bicentenario.
A diferencia de López Obrador, cuya honestidad de barro quedó evidenciada en las diferentes formas de captación de dinero ilegal “para la causa”, hasta el momento la de la Presidenta parece real -aunque arrastra lo suyo-, pero su posibilidad de sancionar la corrupción que dice le avergüenza es muy limitada.
No puede culpar al pasado, porque ni Fox, Calderón o Peña Nieto -actores de sus propios escándalos- están involucrados en los del pasado reciente y ella está rodeada y maniatada por agentes de su antecesor, además de vivir bajo la espada de la revocación.
Sin embargo, la implacable verdad seguirá abriéndose camino y más temprano que tarde la obligará a definiciones.