Opinión
Jueves 21 de Noviembre del 2024 20:09 hrs

Arenas Movedizas


Un mes es poco tiempo para que programas de gobierno y políticas públicas rindan efecto, sí, pero no ha sido poco tiempo para enrarecer el ambiente político y social, evidenciar múltiples conflictos, exponenciar las crisis que se venían gestando y sembrar serias dudas sobre el presente y futuro de esta administración.

Coinciden el primer mes de una administración de Claudia Sheinbaum en México, que se mira crecientemente complicada, y el final de las campañas en Estados Unidos donde, aun cuando el voto popular favorece a la Demócrata, la expectativa creciente es del triunfo de Trump.

El mes de octubre ha hecho evidente la trampa de arena a la que el expresidente llevo a la Presidenta y, de refilón, a los mexicanos. No importa quién, dónde ni cuando, cualquier cosa que se diga o se haga solo nos hunde más.

No se visualiza salida alguna en el horizonte. No pareciera que el nuevo gobierno este tomando las riendas en sus manos. Un mes es poco tiempo para que programas de gobierno y políticas públicas rindan efecto, sí, pero no ha sido poco tiempo para enrarecer el ambiente político y social, evidenciar múltiples conflictos, exponenciar las crisis que se venían gestando y sembrar serias dudas sobre el presente y futuro de esta administración.

El mito popular nos diría que, cayendo en arenas movedizas, es mejor no moverse y esperar a que alguien le tire una línea de vida. El problema se empeora cuando, por soberbia o ignorancia, uno no reconoce que le están tendiendo la mano e insiste en seguir intentando salir por sí mismo, hundiéndose hasta desaparecer.

Así es como fue esperanzador ver la línea de vida que tiende el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá el día de ayer al oficialismo. Tal como fue frustrante ver cómo, un proyecto que le daría al oficialismo chivos expiatorios y triunfos narrativos, distendiendo el conflicto entre poderes, la eminente crisis constitucional y el problema de autocontrol y mesura que, no cabe duda, será el mayor problema de este gobierno, fue desechado sin la más mínima consideración.

A lo dicho, mejor sería que Claudia se quedara quieta, no se moviera en lo que encuentra el valor para tomar una mano y agarrar valor para salir de la trampa en la que se encuentra.

El mes de octubre también hizo evidente la trampa a la que están enfilados los estadounidenses.  

Si bien parece no haber duda de que el voto popular lo ganará Kamala Harris en EE. UU., las combinaciones posibles para obtener el voto electoral se ven cada vez más limitadas para la vicepresidenta.

Así, dos trampas, inevitables, se tienden en el camino de los Estados Unidos. Trampas que difícilmente evitarán que, como las de México pueden convertirse en arenas movedizas de las que no puedan escapar.

De la misma forma que López Obrador en México, Donal Trump ha llevado la polarización y descalificación a tal extremo que se ha creado un abismo que lo absorberá y no lo dejará escapar. La trampa es muy similar a la que experimenta nuestra Presidenta: creada en torno a postulados programáticos erróneos, onerosos y autodestructivos, que hacen imposible el diálogo, incapacitan la razón y empujan al fracaso de cualquier administración.

Si se diera una sorpresa, y la población se volcara en torno a Kamala otorgándole la mayoría de los votos del colegio electoral, la trampa aun seguiría enfrente. La narrativa trumpista del fraude electoral presentaría escenarios aún más violentos y difíciles de resolver de lo que fue el 6 de enero de 2021. Con un triunfo por poco margen, la discusión política y judicial llevaría la incertidumbre hasta entrado el próximo año. Un triunfo holgado, por el contrario, encendería más los ánimos de la población que se ha radicalizado, que alzaría la voz y se haría notar.

Coincidiendo el comienzo de administración en México con el cierre de campañas de Estados Unidos, octubre es un punto de quiebre, un hito en la historia que se desenvolverá, cada vez más acelerada hacia la conformación de lo que México, Norteamérica y, sin duda, el mundo será hacia la mitad del siglo XXI.

El esfuerzo, desgaste y conflicto que tomará el salir de las arenas movedizas en las que nos hemos metido será evidente y sin precedente, lo podemos asegurar.

La pregunta que queda en el aire, que nos toca resolver con la participación diaria es si, una vez pasando este momento, las fuerzas se alinearán y generarán sinergia. O si, por el contrario, se enfrentarán haciendo más larga y difícil la salida de la trampa.






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