Opinión
Jueves 04 de Julio del 2024 01:33 hrs

¡AL HUESO!

AHMSA, el descabello


Tras la sorpresiva carga fiscal que el SAT emitió cuando la propia SHCP había cerrado un acuerdo para sacar a AHMSA del paro, los inversionistas asiáticos marcaron adiós definitivo. Los nuevos dueños, Argentem, fracasaron en acercar otro capital, por lo cual decidieron brincar deudas y pasivos laborales a través de la quiebra e intentar recuperar los equipos aún útiles en barata.

Descabellar: Matar instantáneamente al toro, picando en la cerviz con la punta de la espada o con la puntilla. Real Academia de la Lengua.

Cuando la historia asuma su implacable tarea de evaluar el sexenio de López Obrador, la deforestación y el daño a cenotes y cavernas por el tren Maya, la abandonada placa cimentada del NAIM, y los equipos e instalaciones superficiales oxidadas en los yacimientos de Minera del Norte y en las siderúrgicas de AHMSA, serán hitos gráficos de la destrucción causada en el país.

Al regresar la candidata presidencial electa de la visita a la Región Carbonífera, que hizo arrastrada por el aún Presidente, gente de su equipo buscó información sobre la situación en la acerera y sus minas con personeros de la Secretaría de Hacienda, instancia encargada de la “crisis AHMSA”.

Lo que recibieron fue una descripción fría, casi brutal, del tamaño de la mentira del tabasqueño al decir que ya estaba la solución. La cruda verdad reveló una de las herencias malditas que recibirá Claudia Sheinbaum al asumir la Presidencia: el asesinato industrial generado por López Obrador desde mayo de 2019 y que culminará en el próximo mes de agosto -a más tardar- con la quiebra y liquidación de la empresa en calidad de remate, “al kilo”.

En síntesis: después del crédito fiscal fantasma por casi 3 mil millones de dólares que la propia SHCP generó a través del SAT, los inversionistas asiáticos, que habían comprometido los fondos para rescatar la empresa y hacerla crecer con nuevo enfoque, levantaron bandera roja y abandonaron el acuerdo.

Esa incongruencia les hizo ver que por alguna razón -¿presión de Washington?- ya no había buenos ojos para ellos en el gobierno y la sorpresiva carga fiscal fue una forma cazurra de ahuyentarles sin dar la cara.

Argentem Creek Partners, que encabeza Dan Chapman, insistió con los chinos pero se quedó en el aire, carente de respaldo financiero. Salieron a buscar nuevos potenciales inversionistas y sin resultados se les acabó el tiempo legal. Finalmente, comunicaron a las actuales autoridades federales que van por la quiebra.   

Esa decisión, que ni siquiera han informado francamente al cuerpo de directores, que tiene meses ideando utópicos escenarios para una reactivación, implica que el actual conciliador -Víctor Manuel Aguilera- seguramente será designado por la juez Ruth Haggi Huerta como síndico liquidador de AHMSA y de MINOSA. De inmediato deberá iniciar una valuación oficial de los activos para proceder a la subasta.

Dada la condición en que se encuentran los equipos en minas y siderúrgicas, producto del paro de más de un año y la suma de robos solapados por las autoridades de los tres niveles, la valuación arrojará un valor mínimo, menor a los 300 millones de dólares, cantidad que seguramente se reducirá aún más en la puja de los potenciales interesados, si los hay.

Resultaría una cantidad para ser equitativamente distribuida entre obreros y empleados, insuficiente para pagar en su totalidad los pendientes laborales por liquidaciones y salarios caídos, tanto de los que ya firmaron ilusorios convenios de retiro, como de los que aún tenían esperanza de regresar a la operación.

Además, no será rápido. El proceso mismo tiene tiempos latos y flota sobre él una posible disputa legal. 

La ley marca preeminencia para los trabajadores, pero en este caso hay acreedores garantizados con distintas unidades y/o propiedades de la empresa -como Cargill, Afirme y el propio Pemex, entre otros- que no aceptarán ser pasados a la cola sin perspectiva de cobro, solo adelante de los acreedores comunes. Seguramente pelearán en tribunales su derecho preferencial, lo que alargaría indefinidamente la situación, equiparable a lo que han sido Mexicana de Aviación o Luz y Fuerza.

Durante el tiempo que demore la concreción de la quiebra/liquidación, la plantilla laboral remanente de los 22 mil trabajadores directos que mantenía la cadena industrial hasta 2022, quedaría en apenas unos 100, básicamente personal de vigilancia, y un puñado de las áreas legal, financiera y administración.

Para remunerarlos, hipotéticamente se contaría con mantener la venta de la “tierra negra” que, en calidad de cómplice de fraude, Minera del Norte entrega a Antonio Flores para malcumplir los contratos que ilegalmente le ha dado Manuel Bartlett desde la Comisión Federal de Electricidad. 

Y aquí otro problema. Aunque le acaban de adjudicar un pedido adicional por alrededor de mil millones de pesos “para cierre de sexenio”, ante la cercanía del cambio de mando en la CFE y la designación de Raquel Buenrostro en la Secretaría de la Función Pública, los beneficiados en la fiesta de la corrupción eléctrica andan muy nerviosos y le están exigiendo entregar carbón que cumpla especificaciones, mineral que el prepotente junior ni MIMOSA tienen.

De hecho, ese contrato debería darse de antemano por no cumplido, dado que si Minera del Norte en su desesperación le cediera un yacimiento con carbón de verdad, solo activar la producción llevaría más allá de las fechas límite de entrega.

También se ven caras largas en los dos nuevos ejecutivos designados por Argentem, a los que se les caerá el panal. El control directo del síndico pondrá fin a cuando menos extraños pagos preferenciales por altos salarios, injustificables bonos “de rendimiento” y contratos a despachos de asesores que les prestan supuestos servicios. En esos gastos desaparece la mayor parte de lo que se logra recaudar por las ventas del mineral de desecho, mientras al personal imprescindible, que aún trabaja diariamente, le pagan poco y tarde. 

Esos millonarios e impugnables pagos son también la explicación de la presión que han hecho para liberar el ingreso a las siderúrgicas, a fin de poder sacar y vender chatarra y otros materiales que permanecen en las instalaciones. 

Hay más. Tras este tétrico escenario, Argentem teje nuevas ilusiones para no perderlo todo, con la idea de que otro postor o a los mismos asiáticos se les permita adquirir en la subasta la unidad menos dañada en AHMSA, el horno eléctrico, que para su operación no requiere soporte de minas de carbón ni de fierro, a lo que se sumaría lo más operable de laminación.

Para ello, crearían una nueva empresa, distinta a AHMSA, financieramente limpia y sin pasivo laboral, realmente una mini acerera que resultaría caricatura de la potencia minero-siderúrgica surgida en 1942, que fue orgullo de Coahuila y de México, soporte por 80 años del desarrollo industrial del país, en la que entregaron su visión y su esfuerzo centenas de miles de hombres y mujeres que recibieron de ella una justa retribución.

Hasta que llegó el gran destructor, que antes de dejar el trono presidencial verá culminado otro de sus rencores hepáticos…






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